Editoriales

Agenda del bicentenario: el transporte público

Es una tarea pendiente que, en el orden del desarrollo local, demanda la visión necesaria para ser tratada como tema importante de política pública’.

Dieciséis millones de dólares es el costo económico promedio de cada hora de movilización de la población del gran Guayaquil entre la casa y el trabajo. Es un costo que, al no entrar en los cálculos de la autoridad del transporte, ignora la seria afectación de la productividad por la desconexión entre la calidad, la fluidez, y las condiciones del transporte público. Se afecta, además, la calidad de vida, incluyendo la seguridad, comodidad y el costo del transporte y, para la sociedad toda, hay costos adicionales originados en la contaminación y el hacinamiento que conforman la escena del diario vivir. El grueso del transporte se lo hace en unidades decrépitas en las que los pasajeros son tratados como cualquier carga. Las vías de circulación están marcadas por el congestionamiento atosigante, el desorden, el abuso y la irritación, los bloqueos descomunales cada vez que algún vehículo se accidenta o descompone, y la muy perceptible inoperancia de quienes dirigen el tráfico. El congestionamiento, lo repetimos, tiene un enorme costo para la economía.

Es una tarea pendiente que, en el orden del desarrollo local, demanda la visión necesaria para ser tratada como tema importante de política pública.