Opinión

La deuda de Moreno

El proyecto que se discute en la Asamblea no califica siquiera de parche; logrará, eso sí, robarnos la Navidad...

El servicio de la deuda pública se lleva una tercera parte de todos los recursos del Presupuesto y, al hacerlo, afecta a la inversión pública, infla el gasto de consumo (por los intereses a pagar), aniquila las posibilidades de crecimiento y mata el empleo. El manejo apto del crédito público, una tarea que es continua para que sea efectiva, debe ser técnicamente correcta y políticamente efectiva; debe por lo tanto visualizar las alternativas de refinanciamiento que existen y revelar las mejores estrategias de negociación.

El cálculo económico se basa en la metodología de valor presente, valor que, expresado en términos comunes, responde a la pregunta ¿cuánto debo pagar si la deuda la pago hoy? Este ejercicio va mucho más allá del simple “reperfilamiento” de pasivos, como el que se hizo este año con los bonos 2020, con el cual se varió el servicio mas no el valor a pagar. Es aritmética de cuarto grado la que nos debe llevar a escoger el resultado que (a) tenga las más bajas tasas de interés y (b) los más largos plazos de amortización.

En el mundo real las relaciones entre acreedores y deudores se basan en la credibilidad de los últimos, credibilidad que a su vez se sustenta en su capacidad para negociar y lograr los resultados más favorables. Correa fue el peor negociador posible porque, en su afán de gastar lo que no tenía, aceptó las peores condiciones de costo y plazo, renunció a la garantía soberana, aceptó encajar la deuda (esto es, dejando saldos compensatorios), renunció al prepago, y entregó petróleo en garantía de todas las deudas al delegar la agencia fiscal y financiera al acreedor (China). Moreno es corresponsable del desastre al haber permanecido impávido ante esta situación y optar, al igual que Correa, por más endeudamiento.

El deudor debe romper la resistencia del acreedor a dejar las cosas como están. Ecuador debe reestructurar el acuerdo con el FMI por ser irrealizable y estar mal concebido. En paralelo, debe buscar el apoyo político del FMI y de sus miembros más influyentes (Estados Unidos, la Unión Europea, Japón), así como de los países más cercanos de la región para iniciar las negociaciones con China (otro influyente miembro), con el objetivo de cambiar la estructura de los pasivos, bajar los intereses y alargar los períodos de amortización. Debe luego acometer la negociación de los bonos soberanos con miras a retirar las emisiones más onerosas y próximas de pago, y reemplazarlas por otras con menores intereses y plazos. Las negociaciones deben incluir, finalmente, los créditos adicionales que permitan incrementar la inversión pública en aquellos bienes que le corresponden al Estado.

El presidente debe ordenarle al ministro de Finanzas que, en el plazo de 30 días, presente un informe y plan exhaustivo de acciones a tomar para bajar la carga de la deuda e impulsar el crecimiento. Si no lo hace Moreno, entonces que lo pida la Legislatura. El país no aguanta otro año de ajuste y desempleo. El proyecto que se discute en la Asamblea no califica siquiera de parche; logrará, eso sí, robarnos la Navidad, para luego, cuando se devele su deficiencia e insuficiencia, robársenos también el carnaval y la Semana Santa.