Tejido social roto

La reconstitución del tejido social, en situaciones como las actuales, no es tarea fácil
Tejido social es “un conjunto de relaciones efectivas que determinan las formas particulares de ser, producir, interactuar y proyectarse en los ámbitos familiar, comunitario, laboral y ciudadano” (Habermas, 2000), que son la base de la trama social en la cual se crean y recrean relaciones y vínculos económicos, sociopolíticos, culturales, étnicos, ideológicos, etc. Hacen el conjunto de relaciones intersubjetivas de varias significaciones. Implican sujetos, instituciones, prácticas múltiples que dan sentido y dirección a la vida social. Hoy tiene graves rupturas en lo político, institucional, etc. Son obra de políticos, pues ellos son los representantes que orientan y dirigen al ciudadano. En estos tiempos esta trama es destruida continuamente por diversos líderes, políticos e ideólogos sociales de varias tendencias, incluyendo autoridades y gobernantes.
Esto hace que actualmente las diversas propuestas políticas, discursos, consignas y la parafernalia de los candidatos, políticos y líderes no motiven ni entusiasmen a la sociedad. Los perciben como incapaces de conducir y transformar la crítica situación del país. Es como si la sociedad, con su precaria formación ciudadana, los identificara como responsables de todo lo que vive y experimenta toda la comunidad. No fue roto ayer. Esto tiene más de tres décadas. Pero el correato con la lógica de Ali Babá, Al Capone y Torquemada lo llevó a límites extremos, dejando la mala costumbre del despotismo, autoritarismo, vulgaridad y patanería.
La reconstitución del tejido social, en situaciones como las actuales, no es tarea fácil, pues pocos son los políticos y partidos que comprenden la encrucijada que vive el país. No entienden la necesidad de acuerdos y alianzas entre todos los integrantes de la sociedad. La mayoría desecha el término unidad, prefieren pensar y actuar desde sus enanos intereses subjetivos y partidistas.
Hoy seguimos entrampados en las propuestas y prácticas programáticas del estatismo aberrante y cleptómano, y de los libertarios que endiosan al Estado y se olvidan de la ciudadanía. Esto hace más difícil la reconstrucción del tejido social. Sin embargo es una tarea que nos compete a todos, pues sin esto no podemos ser viables como sociedad democrática.