Resiste y persiste la economía informal

Algunos gobiernos locales creen que es posible exterminarlos persiguiéndolos, apresándolos
Parece insólito que un continuo hecho-proceso de la realidad socioeconómica diaria, que existe como hecho antiguo, siga excluido, silenciado e ignorado por la academia e integrantes. También falseado por gobernantes, políticos, líderes y dirigentes sindicales. Políticos de todas las tendencias izquierdistas de bufet, cafetines y los tira piedra insisten en ignorar qué es, cómo es y por qué se reproduce constantemente la llamada economía informal, que algunos llaman SIU (Sector Informal Urbano). Desconocen que en Latinoamérica la economía informal, en variados oficios y trabajos, genera más del 35 % del PIB. En el país ocupa al 53,5 % de la PEA.
No la ven, pero la delincuencia sí, y hace víctimas de vacunas en barrios, ciudades, la Bahía, mercados, tiendas de barrio, etc. Es una economía que aún desconocen muchos políticos y gobernantes. Desconocen que son un real “punto de venta” de las empresas formales: transnacionales de alimentos, cigarrillos, golosinas y bebidas, etc. Está en el taller mecánico, soldador, bazar y vendedor ambulante, que venden productos y servicios a lo más diverso de la sociedad. Incluso los ‘millennials’ les compran ‘pendrives’, programas de PC piratas, tarjetas de recarga y otros objetos de la actual tecnología.
Algunos gobiernos locales creen que es posible exterminarlos persiguiéndolos, apresándolos. Otros van por el lado de una “audaz propuesta de formalización” (siempre intentada y nunca alcanzada), como lo fueron los informales de la Bahía de hace algunas décadas. Precisamente esos ‘malls del pueblo’ son la mejor topografía histórica para reconocer qué es ese singular capitalismo espontáneo y popular (El otro sendero, diría Hernando de Soto) por donde transita la microeconomía de la pobreza, el desempleo y sobreoferta que el mercado laboral no puede absorber. EXPRESO, en julio de 2012, señalaba que en Guayaquil había 589.101 integrantes de esta particular microeconomía de emprendedores populares.
Porque como realidad persiste, es hora de que gobernantes, líderes, académicos y políticos acepten y comprendan que la economía informal no es un convidado de piedra sino la economía popular del autoempleo de los pobres y desocupados, creada, recreada y tejida en una maraña inacabada de oficios y comercios del país.