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Políticos corruptos, país crucificado

Avatar del Willington Paredes

Es preciso pararlos y apresarlos para que el país resucite

Hoy el mundo cristiano celebra la resurrección del Mesías histórico que trajo y dejó enseñanzas, una ética de compromiso, transformación y, como líder, se sacrificó por la cristiandad. Es el momento pertinente para preguntar si el país podrá resucitar ante tantos males que lo tienen en crucifixión permanente. Ecuador sigue crucificado como resultado de la acción y perversión de políticos inescrupulosos, de continuos actos de corrupción que destruyen las instituciones democráticas y la vida social del país, los valores, ética y perspectivas futuras para Ecuador y la democracia.

La crucifixión del país sufriente es el resultado de una pandilla creciente de delincuentes políticos que pervierten, corrompen y destruyen todo lo que la sociedad hace. Desde hace décadas, con toda impudicia y desvergüenza, saquean y devastan la economía, como lo hizo el correato y sus amigos del populismo cleptómano y otros del fraude bancario. También los tinterillos que venden sus códigos y jurisprudencia pervertida a quienes pagan el mejor precio.

De la ciudadanía, perpleja, humillada y agredida, sale la pregunta y su grito reivindicador: ¿cuándo el Ecuador logrará encontrar el rumbo para decir que aparece la luz del fin de la crucifixión permanente? Parecería que los asesinos y crucificadores del Ecuador no son capaces de conocer ni reivindicar la ética, la política básica y elemental que crearon los grandes líderes del país: Olmedo, Rocafuerte, García Moreno y Alfaro. Aún se empeñan en mantenerlo destruido y sufriente en la cruz del sacrificio, con sangrantes heridas, de las cuales se alimenta su voracidad sin honor, nombre, ni límite.

Hay que terminar con la crucifixión del país. Juzgar a los culpables que están a la luz pública. No jugar a Poncio Pilatos. Hay que llevarlos a las cárceles para que se pudran en los calabozos y cambiar la vida del Ecuador, en crucifixión permanente. Solo así no volverá a surgir el plagiador mafioso que con una resolución corrupta ya salió a disfrutar los millones de Odebrecht y lo que robó de los fondos públicos. Y el otro prófugo que rampante, campante y orondo elogia al criminal Putin que masacra inmisericordemente al pueblo ucraniano. Es preciso pararlos y apresarlos para que el país resucite.