Columnas

El foco ladrón

"La evidencia está en los miles de ciudadanos de la Costa ecuatoriana aquejados y sorprendidos por las planillas de energía eléctrica que arrojan resultados realmente inconcebibles"

Aún hoy, el dirigente político Raúl Patiño Aroca (hermano mayor del excanciller Ricardo Patiño, hoy asilado en México) es recordado por la gente de mi generación y la anterior por su exitosa campaña del ‘foco ladrón’, que lo llevó a ser diputado en el Congreso Nacional en 1990 por el Partido Socialista Ecuatoriano.

Patiño ya no está en la palestra pública, tampoco en la Asamblea, ni siquiera en la tienda socialista, pero el foco ladrón ha vuelto. La evidencia está en los miles de ciudadanos de la Costa ecuatoriana aquejados y sorprendidos por las planillas de energía eléctrica que arrojan resultados realmente inconcebibles. Mi hermano mayor, por ejemplo, vecino en la ciudadela Los Ceibos, recibió una factura en la que solo por alumbrado público le quieren cobrar 500 dólares. Mi comadre Catrina tiene un caso más grave, su medidor es ‘inteligente’, le han dicho, y por tanto ‘no se equivoca’; está conminada a pagar 900 dólares con la última factura. Hay más. La presentadora de televisión Teresa Arboleda, mi compañera y amiga, denunció en su cuenta de Twitter que la nueva planilla que le envió CNEL es por $ 2.674, diez veces más que su promedio mensual. ¿Ven por qué les digo que tenemos de vuelta al foco ladrón?

Y seguramente muchos de ustedes, amables lectores, son víctimas de estos errores o conocen historias de quienes las están padeciendo.

El problema no es nuevo, pero reciente y evidentemente ha sido ladeado por el Ministerio de Energía que lo ha dejado en manos de la Agencia de Regulación y Control de Electricidad, Arconel, que es la encargada de fijar las tarifas disponiendo el cobro a entidades como la Corporación Nacional de Electricidad, CNEL, que no tiene la independencia y autonomía de la vieja empresa eléctrica de la ciudad.

Claramente, el tema está centralizado y desde su sede parecería imposible entender que durante la pandemia las familias de la Costa se vieron obligadas a incrementar su consumo de energía eléctrica, dada la necesidad de quedarse en casa, en medio de elevadas temperaturas de la estación.

Lo más complicado es que no se hicieron las lecturas correspondientes y se procedió a facturar un promedio, con miles de errores. Cuando mis primas que viven en Cuenca vieron nuestras planillas de energía en Guayaquil, simplemente se quedaron boquiabiertas. Es muy difícil entender para alguien que debe cobijarse para dormir que el calor en la Costa obliga a prender al menos un ventilador y, en el mejor de los casos, un acondicionador de aire.

Oigo a políticos involucrarse ya en el tema, por el que viene reclamando a viva voz el Pocho Harb en su programa radial. En uno de sus últimos comentarios lo escuché decir que existe en CNEL un proyecto basado en estudios técnicos, por el cual en tiempos de pandemia se deberían aplicar descuentos y cobrar las tarifas de manera lineal y no exponencial. Una propuesta de solución ha presentado también el gobernador del Guayas, Pedro Pablo Duart. Solo que las decisiones están centralizadas en el Arconel, cuya máxima autoridad es el ministro de Energía, metido de lleno en el tema petrolero.

Mientras tanto, el problema crece y se vuelve urgente darle una salida que pueda transparentar los consumos reales de los usuarios, con tarifas justas. El interventor de CNEL, Donald Castillo, conoce los problemas de fondo y el titular de la empresa, Diego Maldonado, intenta multiplicarse para resolver los reclamos que parecen interminables… Pero una golondrina no hace verano y sin respaldo oficial y gubernamental los dos millones y medio de usuarios seguimos en riesgo de ser asaltados con planillas erróneas, imposibles de aceptar. ¿Ven por qué digo que el foco ladrón está de vuelta?