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La estampa

Sería injusto marcar la vicepresidencia de María Alejandra Muñoz como ‘curuchupa’ por una cita con el líder espiritual de 1.200 millones de personas en el mundo

Ilustración de La estampa, columna de Tania
La gira de la Vicepresidenta, en tiempos de pandemia, con su familia a  Europa exacerbó los ánimos.Ilustración Teddy cabrera

Las críticas y burlas a la imagen de la vicepresidenta con su familia, en riguroso negro en cumplimiento del Protocolo de la Iglesia católica, al ser recibida por el papa Francisco, demuestran cuán grande es la grieta social de nuestro país. La estampa, publicada por la Agencia Rome Reports, que cubre las actividades del Pontífice, se replicó rápidamente actuando como sal en la herida. Si, desde el principio se oyeron voces que censuraban la gira de María Alejandra Muñoz en Europa, en estos tiempos de pandemia y confinamiento, la fotografía de los 5 miembros de la familia con Francisco, exacerbó los ánimos.

Sería injusto marcar su Vicepresidencia como ‘curuchupa’ por una cita privada con el líder espiritual de 1.200 millones de personas en el mundo. Más aún cuando nunca ha ocultado su credo; de hecho cuando la Asamblea votó por ella en julio pasado, escogiéndola en la terna que envió el presidente Moreno, lo primero que hizo fue ir a la iglesia de su parroquia en busca de guía y bendición.

¿Qué tiene de malo eso? Es de valientes diferenciarse de los otros esgrimiendo razones que pueden sonar huecas en un Estado Laico. Soy parte de ese 20% de ecuatorianos que no admite religión; pero soy también la hija de una mujer que reza el rosario cada día y acude sin falta los domingos a misa. Podría denostar a mi madre por eso?

Los críticos dicen que debió pagar el vuelo con su plata. Que el tour en El Vaticano con su familia era de agenda privada. Que no era conveniente viajar en estos tiempos de pandemia… Es posible. Sin embargo, qué fácil resulta hablar de memoria sin recordar los viajes de otros mandatarios, a quienes no se les exigió lo mismo. El propio Lenín Moreno con su familia visitaron al papa en diciembre de 2017; su antecesor Rafael Correa lo hizo con familiares y una decena de miembros de su gobierno, en abril de 2015.

Poco espacio se ha dado en las redes al convenio que acordó con la Clínica de Navarra, en España, para facilitar la derivación de pacientes infantiles desde Ecuador necesitados de trasplantes y otros tratamientos complejos. Tampoco trascendió que 2 jóvenes, uno con sarcoma y otro con cáncer renal, viajaron con la vicepresidenta y fueron recibidos en la Clínica de la Universidad de Navarra. Uno de sus defensores (que no son muchos) escribió: ¿y si fueran nuestros hijos?

En Ecuador hay 23.000 niños con enfermedades catastróficas; 16.000 de ellos tienen cáncer, mayoritariamente leucemia. En casos así, la solución puede ser un trasplante cuyo costo se calcula en 150.000 dólares. Cada niño ecuatoriano que pueda acceder a este tratamiento va a parecernos un milagro. Pues bien será milagroso que la vicepresidenta suscriba el convenio con el Centro Médico de Navarra en los próximos días en el país. El acuerdo incluye becas para médicos y enfermeros de Ecuador y asistencia en investigación científica.

Por eso creo injusto circunscribir la vicepresidencia de María Alejandra Muñoz a la foto con el papa, como si hubiese sido su único objetivo en el Gobierno. Tampoco sería lógico que la funcionaria se desquite con quienes la han señalado. Vamos a esperar que siga trabajando en temas de educación y salud y encargándose de facilitar las adopciones en Ecuador. Procesos largos y engorrosos que afectan a cientos de niños que mientras más crecen, menos posibilidades tienen de hallar un hogar. Entre enero y agosto de este año, solo 36 menores, declarados en ‘adoptabilidad’ han recibido una familia, 6 de ellos en el extranjero. Pronto habrá anuncios de cambios, se ha dicho desde la oficina de la Vicepresidencia.

Su perseverancia para lograr adoptar a 2 niños, tras la muerte de su hijo varón, años atrás, me hizo valorarla en alto grado cuando la conocí en un vuelo doméstico. Me dijo entonces que iba regularmente a la iglesia de mi barrio y yo guardé silencio.

Ahora quien ha guardado silencio es el Gobierno del que ella forma parte. Ni un comentario, ni una palabra a favor o en contra. Solo silencio. Cómo se nota que estamos al final de un régimen, al que le quedan apenas 6 meses.