Ilustración columna Tania
Fuerza y coraje son virtudes de Cynthia Viteri, incluso esa capacidad suya de reinventarse.Ilustración Teddy Cabrera

Cynthia en su laberinto

Lo que he esperado escuchar de ella es que no protegerá a nadie, aun de su entorno familiar o afectivo, si son llamados por la justicia.

La última vez que visité a la madre Susi, en sus postreros días de vida, me contó emocionada que Cynthia había confirmado que iría a verla. La monjita pertenecía al Colegio de la Inmaculada y había sido una de nuestras maestras más estrictas. Tanto a ella como a mí (no fuimos compañeras, pero estudiamos en el mismo plantel), sor Susana Rodríguez nos había amenazado con "dejarnos de año" por ser "abogadas no contratadas" y defender a compañeras "vagas y malcriadas", según la opinión de la monjita, famosa por recorrer el centenario colegio haciendo sonar una campana de metal.

Personas tan estrictas como la madre Susi le hicieron la vida difícil a Cynthia cuando se embarazó a los 15 años y tuvo a su primera hija, Johanna. No puedo ni imaginar todo lo que tuvo que pasar, tan joven y con una criatura en brazos.

Siendo una mujer adulta, aquilatando los errores de su juventud, no permitió que en su corazón haya espacio para el rencor y una de las pruebas era aquella afectuosa relación que siguió manteniendo con las religiosas del que había sido su colegio, incluyendo a la madre Susi, una maestra extraordinaria.

A ese corazón, sin cabida al rencor, apelo para que la alcaldesa acepte las críticas y observaciones a su gestión al frente del Municipio de Guayaquil y que han sido señaladas desde diferentes medios de comunicación y por parte de periodistas serios.

Después de toda el agua que ha corrido bajo el puente, no es suficiente decir que van a ser reorientados los fondos del presupuesto, suprimiendo obras y declarando desiertas otras licitaciones de contratos ya encaminados. No es suficiente el anuncio de que va a colaborar con la Fiscalía y la Contraloría. No es suficiente admitir únicamente retrasos y obras poco oportunas; no es suficiente cambiar los equipos de comunicación y nombrar un vocero.

Fuerza y coraje son virtudes de Cynthia Viteri, incluso esa capacidad suya de reinventarse. Como periodista estuve presente el día de su primera derrota presidencial, en 2006... Vivía como hoy en El Portón de las Lomas, en el norte de Guayaquil, y era evidente que sus compañeros y coidearios la habían dejado sola.

Salí adolorida de esa cobertura, pues no podía dejar de sentir solidaridad con una mujer que había logrado imponerse en un partido de hombres, los cuales en su mayoría no habían apostado realmente por ella. Pero si muchos pensaron entonces que su participación en la política nacional terminaba, se equivocaron. Ella siguió en la lucha y se convirtió en una de las legisladoras más destacadas, y volvió a una carrera presidencial, en 2017, quedando tercera. La recuerdo en el cierre de su campaña, vestida de rojo, sonriente y hasta desafiante, aun sabiendo que los números y la escasez de fondos no la favorecían...

Entonces, bajó las revoluciones por un tiempo hasta obtener la candidatura a la Alcaldía de la ciudad más grande del Ecuador y suceder al alcalde más exitoso que ha tenido la ciudad. (Lo digo hoy porque Jaime Nebot no es ni será candidato a nada, según él mismo lo comunicó al país, apoyando al candidato de CREO, hoy Presidente Electo de Ecuador.)

La Alcaldesa no ha recibido apoyo de su partido, al menos no de la manera esperada. Sabida es su reunión con Nebot en su casa en Isla Mocolí y las supuestas condiciones que este le habría impuesto para darle soporte. No sé más al respecto, no estuve allí ni me lo contaron de manera directa.

Solo entiendo que la alcaldesa tomó decisiones que, desde mi punto de vista, resultan insuficientes. Lo que he esperado escuchar de ella es que no protegerá a nadie, aun de su entorno familiar o afectivo, si son llamados por la justicia.

Su vida privada es privada y merece todo nuestro respeto en tal sentido. Es miserable la campaña de descrédito de la que es víctima. Pero la figura del primer personero de la ciudad está obligada a mantenerse fuera de las líneas rojas y eso significa no mezclar las cosas.

El corazón de una madre solo lo conoce de verdad otra madre. Lo soy y entiendo entonces a la alcaldesa en sus prioridades en estos momentos y sé, por su propia boca, cuán profunda es su angustia por el quebranto de salud de su hija menor…

Pero en estas circunstancias, esta tendrá que ser una prioridad compartida. No puede olvidar que es la alcaldesa de la ciudad más grande del país. Cynthia se ha reinventado otras veces. Tiene la fuerza y el coraje para hacerlo de nuevo.