El matrimonio es una noción compleja que en el Imperio romano representaba una de las principales instituciones de la sociedad.

 Esta tenía como principal objetivo generar hijos legítimos que pudiesen heredar las propiedades de sus padres.

Entre los patricios, el matrimonio también servía para sellar alianzas de tipo político o económico.

Un ejemplo es el matrimonio de Julia, hija de Julio César y de Cornelia. Ella inicialmente se había comprometido con Marco Junio Bruto, sin embargo terminó casándose con Pompeyo debido al deseo de su padre de establecer una alianza con él.

En el año 445 a. C. se aprobó la ley romana Lex Canuleia, la cual abolía la anterior prohibición del matrimonio romano entre patricios y plebeyos, y permitía que los hijos habidos de tales matrimonios hereden el estatus o condición social del padre.

Continuando con el tema del matrimonio, este es una tradición que ha sido incorporada por casi todas las culturas en sus estructuras sociales. Aunque en los últimos años han aparecido grupos sociales, normalmente formados por miembros más jóvenes, que no están de acuerdo con el concepto del matrimonio porque lo ven como un limitante para su mejoramiento personal y social.

Pero yo diría que es lo contrario.

En este país, por ejemplo, tener a tu consorte en una posición política puede significar contratos millonarios para ti.

¿Los culpo? No. Yo no soy ni sacerdote ni juez. ¿Está mal? Completamente.

¿Cuál sería la solución?

Leyes claras para nuestros delegados, para que separen su vida personal de su círculo laboral.

¿Resultaría difícil conseguir que nuestros delegados sigan esta ley?

Con toda honestidad, creo que es casi imposible.

La tradición de que los matrimonios sean utilizados para alianzas políticas está enraizada.