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La cara de la inseguridad

Avatar del Sophia Forneris

También era ambientalista, como muchas personas jóvenes que quieren mejorar nuestra ciudad. ​

Ahora diariamente vemos víctimas colaterales de la inseguridad.

Inusualmente conocemos sus nombres, a menos que sus muertes formen parte de casos que logran levantar conmoción en la ciudadanía.

Algunos de esos casos llegamos a conocerlos, pero de una manera superficial.

Sin embargo, conocer sobre un caso en este país no significa necesariamente que se haga justicia para la víctima.

Escuchamos a muchísimos políticos hacer promesas vacías y con el tiempo, todos quienes hacemos la ciudadanía nos olvidamos del caso.

Debido a la inseguridad en que vivimos inmersos, rápidamente nos aferramos a otro caso que conmociona a la comunidad.

Jaime Fernando Villagómez Fayad era un hombre amable, sencillo y querido por muchos.

Un hombre entregado a los animales. Rescató muchos, desde zarigüeyas hasta perros.

También era ambientalista, como muchas personas jóvenes que quieren mejorar nuestra ciudad.

Su lema era: “Inteligencia infinita”.

Decía que no había que dejarse vencer por las limitaciones de la mente sino conectarse con la fuente divina y la naturaleza.

Jaime tenía un huerto y cuando lo empezó, sembró un árbol.

El árbol comenzó a crecer en una meseta pequeña y terminó siendo plantado en el patio de la casa que compartía con su esposa, Andrea.

El caso de Jaime creó tal conmoción que su familia, amigos y conocidos consiguieron 30.000 firmas en la petición de Change.org exigiendo justicia.

Aun así, un año después, su caso sigue estancado en nuestro proceso judicial.

Su partida es una tragedia y en mi opinión, lo mínimo que podemos hacer por su familia es conseguir justicia.

Las víctimas de la inseguridad no son un numero más, son personas.

No nos olvidemos de sus nombres.