La cara de la inseguridad

También era ambientalista, como muchas personas jóvenes que quieren mejorar nuestra ciudad.
Ahora diariamente vemos víctimas colaterales de la inseguridad.
Inusualmente conocemos sus nombres, a menos que sus muertes formen parte de casos que logran levantar conmoción en la ciudadanía.
Algunos de esos casos llegamos a conocerlos, pero de una manera superficial.
Sin embargo, conocer sobre un caso en este país no significa necesariamente que se haga justicia para la víctima.
Escuchamos a muchísimos políticos hacer promesas vacías y con el tiempo, todos quienes hacemos la ciudadanía nos olvidamos del caso.
Debido a la inseguridad en que vivimos inmersos, rápidamente nos aferramos a otro caso que conmociona a la comunidad.
Jaime Fernando Villagómez Fayad era un hombre amable, sencillo y querido por muchos.
Un hombre entregado a los animales. Rescató muchos, desde zarigüeyas hasta perros.
También era ambientalista, como muchas personas jóvenes que quieren mejorar nuestra ciudad.
Su lema era: “Inteligencia infinita”.
Decía que no había que dejarse vencer por las limitaciones de la mente sino conectarse con la fuente divina y la naturaleza.
Jaime tenía un huerto y cuando lo empezó, sembró un árbol.
El árbol comenzó a crecer en una meseta pequeña y terminó siendo plantado en el patio de la casa que compartía con su esposa, Andrea.
El caso de Jaime creó tal conmoción que su familia, amigos y conocidos consiguieron 30.000 firmas en la petición de Change.org exigiendo justicia.
Aun así, un año después, su caso sigue estancado en nuestro proceso judicial.
Su partida es una tragedia y en mi opinión, lo mínimo que podemos hacer por su familia es conseguir justicia.
Las víctimas de la inseguridad no son un numero más, son personas.
No nos olvidemos de sus nombres.