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Sophia Forneris: La recuperación empieza con valores

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El verdadero desarrollo de Ecuador exige ética, equidad, educación y un Estado que inspire confianza y garantice dignidad

Ecuador enfrenta una pregunta urgente: ¿cómo se construye un país que no solo crezca, sino que prospere con dignidad? La respuesta, aunque compleja, empieza con principios sencillos.

A la hora de evaluar el éxito de un país, el desarrollo económico no es el único parámetro. En especial en el caso de los países llamados ‘tercer mundo’; el progreso real exige un enfoque multifacético que combine crecimiento económico sostenible, educación de calidad, buena gobernanza y desarrollo social equitativo.

Durante décadas, la promesa de modernidad se ha interpretado como la construcción de grandes infraestructuras, zonas industriales y explotación de recursos naturales. Sin embargo, el verdadero éxito de una nación no se mide por el tamaño de sus autopistas o el número de fábricas, sino por su capacidad de satisfacer las necesidades básicas de su población, garantizar derechos fundamentales y ofrecer un futuro digno a las próximas generaciones.

Una población educada forma ciudadanos conscientes y críticos. Cuando el Estado respalda esas necesidades esenciales -educación, salud, seguridad y empleo digno-, el ciudadano deja de vivir para sobrevivir y empieza a soñar, a innovar, a emprender. Así, la economía encuentra un motor interno. Pero cuando la confianza se ve traicionada por la corrupción, improvisación o arbitrariedad, se desmorona la voluntad colectiva de reconstruir un país.

Una nación verdaderamente fuerte se edifica sobre valores morales, los que por muchos años fueron relegados por quienes dirigían la institucionalidad del Estado. La tarea del gobierno actual es clara: demostrar que una gobernabilidad estable y ética no beneficia solo a una élite, sino que impacta positivamente a todos los sectores. 

Para que Ecuador vea una recuperación económica significativa, el Gobierno debe depurar el aparato estatal, eliminar privilegios injustificados y apoyar al comerciante honesto. Solo con una institucionalidad confiable se puede atraer inversión, estimular el crecimiento interno y consolidar vínculos económicos externos. La confianza en el Gobierno no es un lujo, es el fundamento indispensable del desarrollo sostenible.