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El gran Guayaquil

Avatar del Sara España

Los que vivimos aquí aguantamos un entorno hostil en casi todo

¿Qué le falta a Guayaquil para ser Berlín? Empezando por un entorno seguro que lo haga paseable, mirable y disfrutable, le faltan muchas cosas. No vengo aquí a pensar en lo que Guayaquil, la ciudad en la que vivo, dista de Berlín o de Madrid o de Medellín. No es lo mío dilucidar cómo una gran urbe como Guayaquil, atestada de tantas ganas y pujanza que no cede ni ante las pandemias sanitarias ni ante las balísticas, puede convertirse en un lugar para vivir y no solo para sobrevivir. Ni es lo mío averiguar cuál es el camino o cómo trazarlo, políticas públicas mediante, para llegar a eso.

Lo que quiero es trasladar esta pregunta a la alcaldesa. A la de ahora. Y al que siga después que ella o a ella misma si repite administración. A quien tome las riendas de esta ciudad. Quisiera, como ciudadana que contribuye desde lo laboral, lo cívico y lo tributario al progreso de esta parcela, que se haga esa pregunta. ¿Cómo usted como alcaldesa puede hacer que Guayaquil sea una ciudad para vivir? ¿Qué tiene que hacer? ¿A qué tiene que apostar en política pública y qué intereses partidistas o particulares tiene que sacrificar para que esta ciudad deje de ser un agujero sin fondo de los esfuerzos y los sueños de sus ciudadanos?

Los que vivimos aquí aguantamos un entorno hostil en casi todo. Y seguimos. Queremos más. El tráfico es agresivo, el paisaje es gris y tórrido, el ambiente social es tenso, inseguro y gamberro. Hay que estar pendiente todo el día de que no te atropellen, no te roben, no te maten e incluso que no te estafen. Que no te tomen el pelo en las tiendas, que no te manden a casa sin resolver tu trámite por pura pereza. Que no pierdas tu tiempo, tus ganas y tu pulso en esa madeja de desafuero que es hacer vida en Guayaquil.

Esta ciudad, a la que aún veo con la curiosidad y el atractivo de quien viene de fuera, está cargada de energía. Tiene un músculo implacable. Pero sus esfuerzos se van por el desagüe. Venga quien venga, por favor, no se limite a tapar baches, poner bordillos y grabar farolas con su nombre. Aproveche el vigor de Guayaquil para el bien de la ciudad y de los que la viven, no solo de los que la dirigen.