Columnas

2021, el año del espíritu

"Espíritu significa aliento, aire, respiro. Ese resto de agallas y fuerza, de esperanza y de luz que habita en el fondo de nosotros..."

No voy a decirles que el sol siempre sale o esas frases hechas que saben a nada. El sol ha salido casi siempre en este año y, pese a ello desde marzo pasado, cada día, todos y cada uno desde marzo, 2.000 personas perdieron su empleo y 150 murieron por la pandemia. Y muchos las lloramos en silencio, las enterramos sin velarlas. Las extrañamos.

El sol va a seguir saliendo, y las consecuencias negativas del año del espanto continuarán siendo una estela que nos perseguirá como la mala sombra, porque lo peor aún no ha pasado. Los ahorros, para quienes los tenían, se esfumaron; el cupo de las tarjetas de crédito, para quienes las tenían, reventó; las culebras cobradoras harán fila para sacarle sangre a los cangrejos. A los ciudadanos y al país. 2021 será el año del ajuste de cuentas.

Y sin embargo…

No hay que huirle a la hora más oscura porque “es las más cercana al amanecer”. Cuando ya las fuerzas parecen terminadas y los intentos se muestran inservibles, ha llegado el tiempo del recurso que jamás podrá ser medido y ninguna estadística registra, pese a ser el motor más alto de nuestro progreso: el espíritu humano. Espíritu significa aliento, aire, respiro. Ese resto de agallas y fuerza, de esperanza y de luz que habita en el fondo de nosotros.

Fue el espíritu humano el que alentó en los sobrevivientes del Holocausto, tras 6 años del genocidio más cruel de toda nuestra historia. Y el que llevó a Thor Heyerdahl a demostrar que culturas sudamericanas precolombinas colonizaron Oceanía viajando en pequeñas balsas de madera: en un viaje colosal que todos los científicos calificaron de imposible, porque sería demente y suicida, la teoría quedó demostrada. El espíritu humano es invencible.

Mañana debe empezar el año del ajuste de cuentas con el nuestro. Que el sol salga nada tiene que ver: es en nuestra fortaleza interior que anida el coraje de seguir y reinventarse. Volveremos a ser el guayacán imperturbable que resiste los temporales. Pero mientras tanto, toca probarnos que podemos ser la pequeña rosa, que florece pese al azote de los vientos y el frío. Tal cual debe renacer nuestro espíritu.