Rubén Montoya: La otra Argentina, ¡carajo!

Nos guste o no, Javier Milei, primer “liberal libertario” que llega al poder en Latinoamérica, puede representar un cambio de patrón cultural
Desde hace pocos años, un nerd con pinta de recién levantarse y prepotencia de socialcristiano deambulaba por programas de tertulia política, existencial y hasta farandulera que se transmiten en radio y TV argentina, dejando una semilla que lo llevó a ser lo que es hoy: presidente de la República. ¿Cómo dice?
Tal como lee y agrego: un cincuentón soltero, sin hijos ni estructura, con el insulto descalificador en la punta de la lengua y una convicción de loco -o de genio iluminado, no lo sé- ha logrado en los hechos que la palabra “imposible” sea un sustantivo que deberían usar solo los tontos. O los cobardes.
En dos años Javier Milei derrotó al monstruo peronista, un inmenso aparato de burócratas y operadores, corruptos casi todos, que devastó a la Argentina como nadie: hay 40 % de pobres-pobres y, en cambio, los asaltantes tienen millone$ en sus alforjas. Y le ganó a la clase partidista, que tardará mucho en entender cómo un tipo sin cuadros ni aportes de campaña pudo lograr el mayor porcentaje de votación de alguien en la historia de su país.
El fenómeno Milei nos puede gustar o no, pero derriba, a patada limpia, algunos cimientos de los pensadores ‘exquisitos’ de la política. Hace que los publicistas se vean como farsantes y los consultores políticos (estoy escupiendo para arriba) como pendejos. Esperen que me santiguo.
Nos guste o no, Javier Milei, primer “liberal libertario” que llega al poder en Latinoamérica, puede representar un cambio de patrón cultural sin precedentes. Ha derribado mitos que defiende con histeria la izquierda nefasta de la región: “¿quieres que te tomemos en cuenta? Haz un partido y gana elecciones”, le dijeron. “Vamos, ¡carajo!”, dijo él, y con apenas un celular y un verbo de pastor evangelista acaba de asaltar el templo: “Es la primera vez que alguien gana diciendo que hará un ajuste”. Toma, ten y guarda.
Lo que vendrá es imprevisible, obliga a verlo con asombro y prudencia. Pero también con autocrítica y esperanza. ¿Puede haber algo peor que ser gobernados por la peste? En el Sur se llama peronismo.
Otra Argentina ha nacido. Ya veremos si es para bien o su reverso.