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Un campo de agua

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

Si en las ciudades hay calles con cráteres, que más parecen suelo marciano, en los caminos vecinales hay tanta agua y lodo que están intransitables

La imprevisión es la que sigue mandando en el campo y en las ciudades, porque no ha habido autoridad nacional ni local que haya hecho, de la planificación, la línea transversal de la ejecución de obras y la provisión de servicios.

La falta de obras de prevención es la que tiene ahora inundadas a miles de hectáreas de cultivos agrícolas del Litoral ecuatoriano, ubicados en las zonas bajas de las provincias de Guayas, Manabí, Los Ríos y El Oro, porque no se ha invertido el dinero en las obras necesarias para evitar las inundaciones, sino en las que necesitaban para ganar votos, hacer proselitismo y ayudar a engordar las billeteras de los ya poderosos amigos.

Basta recorrer las maltrechas vías secundarias y los caminos vecinales de las mencionadas provincias para palpar la realidad de los pueblos costeros, que continúan viviendo a merced de la naturaleza, porque los mal construidos puentes se caen con las crecientes y las palizadas; y la conexión de agua potable o energía eléctrica acaba cuando una gabarra arranca los cables de alta tensión que casi rozaban con el agua, como ocurrió el domingo en Colimes (Guayas).

No habría pueblos aislados, sin luz y sin agua si se hubiesen dragado los ríos, construido los muros de contención en las quebradas y esteros, hoy desbordados, y realizado los necesarios mantenimientos periódicos en las vías de acceso. Lo que sufren hoy los habitantes de la zona rural, guardando las distancias y el escenario, es similar a lo que ocurre en las principales ciudades de las cuatro provincias mencionadas: Guayaquil, Portoviejo, Babahoyo y Machala. Y también en las demás del Litoral, desde Esmeraldas hasta la frontera con Perú, porque no hay urbe que se salve de la desidia de sus autoridades y la carencia de atención estatal.

Si en las ciudades hay calles con cráteres, que más parecen suelo marciano, en los caminos vecinales hay tanta agua y lodo que están intransitables. Bajo esas condiciones, ¿cómo se puede progresar?, ¿cómo pueden ir los niños a las escuelas?, ¿cómo puede sacarse la producción agrícola a los mercados?, ¿cómo se crece como nación?

Por lo que se ha dejado de hacer, tanto en el campo como en las ciudades, es que se ha llegado a la situación actual de pobreza, de discriminación, de incapacidad del pueblo para exigir atención a los gobernantes. Y así está el país gracias a sus autoridades nacionales y locales.