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Rosa Torres: Las autoridades de oídos sordos

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

Guayaquil grita por movilidad con los congestionamientos diarios, pero hasta ahora no existe un plan integral

No hay ciudad en Ecuador que esté libre de necesidades insatisfechas, muchas de ellas esenciales y urgentes, que este periódico no alcanzaría a enumerar todas. Entre las múltiples carencias y escaseces, de las que el pueblo entero se queja sin recibir respuesta de las autoridades competentes, destaca la falta de vías que permitan una movilidad que impulse el crecimiento. Hay un peligroso retroceso que se intenta tapar con vanos anuncios de eficiencia.

No es necesario ser erudito para encontrar una solución integral que permita la movilización diaria de una población de tres millones de personas, que sigue creciendo debido a la migración interna y las tasas de natalidad, y que en pocos años se convertirá en una urbe de cuatro, cinco o más millones de habitantes.

No basta con la construcción de uno que otro puente elevado en las avenidas de las Américas o Juan Tanca Marengo, Orellana, o con el bacheo de la Perimetral, para justificar que se está haciendo algo para mejorar los traslados.

No es suficiente que haya cuatro puentes para enlazar Daule y Guayaquil con Samborondón si estos llevan a las mismas avenidas congestionadas, que ya no tienen espacio para crecer y a las que tampoco se les ha abierto enlaces hacia otras calles que podrían servir como desfogaderos en las horas pico.

De nada sirven las ideas de construir un corredor vial alterno a la vía a la Costa, el quinto puente para enlazar el sur de Guayaquil con Taura, u otros proyectos si estos no están plasmados en un plan integral de movilidad que solucione los problemas del presente y del futuro. Hay que abrir más rutas paralelas del norte al sur y del este al oeste, lo cual implica expropiaciones e inversiones necesarias para garantizar el progreso y la seguridad integral.

El único alcalde con visión futurista que conocí fue León Febres Cordero. Me atrevo a decir que fue el único que no le quedó debiendo obras a la movilidad porteña.

No debemos permitir que la ciudad comercial más importante del país, que alberga los principales puertos, siga creciendo al son que imponen los intereses económicos de unos pocos. Las autoridades deben escuchar el clamor popular; la movilidad es fundamental para el crecimiento. Las vías y el transporte se esperan con ansias.