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Rosa Torres Gorostiza | Negociado de las citas médicas

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La corrupción no solo roba dinero: roba tiempo, vida y esperanza

Personas con distintos tipos de discapacidad enfrentan a diario una batalla desgastante y casi siempre infructuosa: conseguir una cita médica en los dispensarios tipo C del Ministerio de Salud Pública para obtener un carné que los identifique como tales. Tras innumerables intentos con los operadores de la línea 171 -cuya respuesta automática es la falta de disponibilidad- recurren, con la misma esperanza, a la plataforma www.citas.med.ec. Pero el resultado suele ser idéntico: frustración y desencanto. Pasan los días, las semanas y los meses, sin que este grupo vulnerable -muchos sin recursos- acceda al carné de discapacidad. El Estado, una vez más, les da la espalda y les vulnera derechos fundamentales.

Mientras los operadores repiten, como en un ritual sin alma, que no hay citas, los tramitadores que merodean afuera de los dispensarios logran en minutos lo que para muchos es imposible. Cobran entre $ 40 y $ 100 y hacen una llamada directa a su contacto interno. Así operan las redes de corrupción en el Ministerio de Salud: con impunidad y a plena luz del día. Pero estos tramitadores no son más que el último eslabón de una estructura perversa. Son parte de una cadena de funcionarios y gestores que lucran con la necesidad y la desesperación de los más pobres, quienes muchas veces deben elegir entre alimentarse o pagar por un trámite que debería ser garantizado por el Estado.

Si los tramitadores pueden generar cientos de dólares al día con respaldo interno, ¿cuánto ganan quienes operan desde más arriba? Las mafias que controlan los call centers, los contratos de medicamentos e insumos médicos, y los servicios tercerizados en dispensarios y hospitales, operan con la misma lógica de impunidad. No hay contrato inflado en el sistema de salud que no incluya el clásico ‘pago de comisiones’, que puede representar entre el 10 % y el 40 % del valor adjudicado. De estos esquemas habló el sentenciado Daniel Salcedo en la Asamblea Nacional, y ahora los menciona Xavier Jordán. Y mientras los involucrados se jactan de sus fortunas mal habidas, el resto del país -el pueblo que sostiene ese sistema- se queda sin medicinas, sin atención, sin futuro.

Por eso el país entero está sumido en el abandono. La corrupción no solo roba dinero: roba tiempo, vida y esperanza. Y los responsables tienen nombre, rostro y poder.