Rosa Torres Gorostiza | Cero deuda, cero explicaciones

Si bien la Exportadora Bananera Noboa saldó una deuda millonaria con el SRI, continúa rodeada de opacidad
En cuestión de meses, la Exportadora Bananera Noboa logró reducir su deuda con el Estado, que en marzo ascendía a 94,6 millones de dólares y en septiembre a cero. Un logro financiero que, en principio, podría celebrarse, pero que está empañado por la opacidad del proceso. La familia presidencial asegura que todo se hizo conforme a la ley. Sin embargo, esa afirmación no basta para disipar dudas: no se ha explicado cómo se canalizaron los pagos ni si se recurrió a alguna remisión tributaria, figura prevista en la Ley Orgánica de Integridad Pública, después declarada inconstitucional por la Corte Constitucional.
El silencio ha alimentado especulaciones y ha generado un vacío de información que la ciudadanía no puede permitir. Resulta inquietante que exista tanto recelo de mostrar los documentos y procedimientos de negociación con el Servicio de Rentas Internas. Si todo se ejecutó dentro de la normativa tributaria, no habría razón para temer la exposición pública. La opacidad sugiere que existen conflictos de interés entre el poder político y los beneficios económicos de la familia presidencial, un terreno donde la transparencia debería ser absoluta.
Más aún, si parte de la deuda se extinguió mediante remisión tributaria, ¿por qué no se revela con claridad cuál fue el capital efectivamente pagado y qué parte se benefició de esa figura legal? La ciudadanía tiene derecho a conocer cómo se manejan sus recursos, porque se trata de fondos provenientes de impuestos que deberían atender necesidades colectivas no intereses privados. Cada silencio profundiza la desconfianza y fortalece la percepción de privilegios para quienes ostentan poder político y económico.
El Servicio de Rentas Internas no puede limitarse a certificar que “todo está conforme a la ley”. Su obligación es rendir cuentas claras, exhaustivas y verificables sobre el uso de los impuestos.
Si todo se hizo correctamente, no hay razón para esconderlo. Abrir la información completa no es un riesgo: es un acto de responsabilidad democrática. Hasta que eso ocurra, la deuda puede estar saldada, pero las dudas persisten. Y en política, el silencio cuesta más que cualquier cifra en los libros contables.