Rosa Torres Gorostiza | El alto precio de la espera

La ineficiencia obliga a los ciudadanos a perder tiempo y dinero. El retrogradismo marca el servicio público en Ecuador.
Cuando estamos en una cuarta parte del siglo XXI, en unos tiempos marcados por la omnipresencia de la tecnología y el acceso a internet, hay entidades públicas ecuatorianas en las que reina el retrogradismo, porque hay funcionarios públicos que no han entendido que ha cambiado la forma de vivir, trabajar, aprender y comunicar. Y así es como esas entidades muestran su alta ineficiencia y obligan a los ciudadanos a perder tiempo y dinero, que bien podrían ser aprovechados en otras actividades y necesidades.
Imaginen cuánto dinero dejarían de gastar los afiliados al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social si en el IESS dejaran de pedir a los pacientes que acudan a las instalaciones solo para enterarse de que ya están los resultados de sus exámenes médicos y que sus derivaciones a otras casas de salud han sido hechas. Bastaría con que envíen correos con la información sobre a qué lugar deben acudir para las nuevas atenciones.
Hasta ahora no hay directivo del Seguro Social que haya dispuesto la eliminación de procesos engorrosos e ineficientes, que lo único que provocan es malestar y esperas angustiosas a personas enfermas que solamente quieren una rápida atención médica.
El Registro Civil tampoco se queda atrás en retrogradismo. Sería tan fácil que las personas que van a sacar cédula o pasaporte acudieran únicamente con los documentos caducados y no tuvieran que gastar en impresiones del comprobante de pago y el turno, como si aquello no pudiera ser verificado en el sistema al momento de la presentación. Es ilógico pensar que no se ha pagado si la regla que rige es que solamente después de haberse registrado el pago puede accederse a la cita.
Pero el colmo del retrogradismo es lo que ocurre en la estación Río Daule de la Metrovía de Guayaquil. Allí se obliga al usuario a hacer fila a menos de 200 metros de la parada de los buses articulados, para que suba a un alimentador y pague el pasaje. Y se tiene que bajar 200 metros adelante para ahora sí acceder al bus grande. ¿No sería más fácil colocar un torniquete en la vía de ingreso para registrar el pago de la tarifa?
Así es como el servicio público de Ecuador es uno de los peores de Latinoamérica.