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Encuestas: meras especulaciones

Avatar del Rómulo López

"En política no hay encuesta confiable"

Ecuador elegirá nuevas autoridades políticas. (7 febrero 2021). José Stalin dijo que gana elecciones quien cuenta los votos. No existe el sufragio libre. Peor “computarizado”. Proclive al fraude electoral. Las encuestas son meras especulaciones. Las encuestadoras son negocios. Nunca han acertado. Son cálculos de “probabilidades”, matemáticos, econométricos, estadísticos, subjetivos y acomodables a resultados deseados. Pese a las buenas intenciones de sus autores, inducen a resultados arbitrarios, antojadizos, caprichosos, volubles y mudables. Es imposible preguntar a millones de votantes. Elaboran una pregunta que induce una respuesta. Otros con “su” respuesta acomodan la pregunta. Los “favoritos” de las “encuestas de intención de voto” nunca ganaron. En política no hay encuesta confiable. Las encuestadoras y medios desinforman. Son empresas que lucran. En la encuesta presidencial (1936) entre Hoover y Roosevelt, Gallup ofreció devolver el dinero cobrado si su predicción no fuese cierta. Se eligen muestras y se evalúan como si fuesen representativas del total. Son aleatorias. Contingentes. Momentáneas. Diminutas. Prematuras. Obsoletas. Son como los “naipes del destino”, el tarot o la “lectura de cartas”. Igual que los garitos y carreras de perros o caballos. Andrew Lang decía: “las estadísticas deben usarse igual como un borracho utiliza un poste de luz: para apoyarse y no para iluminarse”. Estas reducen incertidumbres, nos ayudan, pero nunca dan certeza ni respuesta correcta. La “carga emocional” de afectos o desafectos de sus directivos, técnicos y encuestadores influye en lineamientos, métodos y preguntas y, por ende, en resultados. Nadie es neutral, “imparcial” u objetivo. Siempre hay preferencias, visiones, sentimientos o intereses que inducen a pensar a “su” modo. Los votos en blanco, nulos y el ausentismo ganan. ¿Quién se equivoca? ¿El pueblo, cuya “acción humana” es impredecible, o el adivino con la bola de cristal? Venden ilusiones, sus visiones, intereses particulares y poder mediático; adivinan e imponen resultados, “sus” juicios de valor tendenciosos. Vaticinan finalistas y ganadores. Crean falsas expectativas.