Columnas

Ecos de los debates

Esta forma de elecciones, con baratillos de ofertas demagógicas y populistas, de candidatos sin competencias ni aptitudes, debe terminar para las futuras elecciones

Con gran curiosidad y entusiasmo una parte considerable de la población ecuatoriana, ávida de conocer los criterios de los aspirantes a la presidencia de la República, permaneció más de dos o tres horas frente a los televisores para escuchar las intervenciones de los 16 candidatos. La otra parte de votantes, que corresponden a la gran mayoría, estuvo viendo telenovelas, deportes o cualquier otro programa, evidenciando un desinterés total por estos eventos o por conocer la realidad de los problemas nacionales.

Los dos primeros eventos fueron organizados por el diario El Comercio, la Cámara de Comercio de Guayaquil y la UEES, al cual se sumaron la Escuela Superior Politécnica del Litoral, la Universidad de Guayaquil, la Red de Maestros y muchas organizaciones y entidades públicas y privadas, como representantes de la sociedad civil. El último debate fue organizado por el Consejo Nacional Electoral. A este sí asistieron todos los candidatos por ser obligatorio, haciéndose notar que a los dos anteriores no concurrieron dos o tres candidatos, demostrando su falta de capacidad para debatir, inexistencia de propuestas serias o el simple desaire a la sociedad civil e instituciones auspiciantes.

Casi todos los analistas serios coinciden en la falta de preparación para administrar o gobernar demostrada por la gran mayoría de los candidatos, concluyendo que solo dos o tres evidenciaron conocimiento, seriedad, competencias y autenticidad, entre los que, no incluyen a aquellos que rehuyeron de los dos debates iniciales organizados por la sociedad civil.

Causó mucha preocupación y decepción el escuchar a los candidatos, cándidos y candidotes, haciendo gala de la más grande demagogia con sus propuestas desacertadas y absurdas, demostrando falta de capacidad e ignorancia en temas de interés e importancia nacional.

Esta forma de elecciones, con baratillos de ofertas demagógicas y populistas, de candidatos sin competencias ni aptitudes, debe terminar para las futuras elecciones, lo cual tendría que ser considerado para futuras reformas legales y constitucionales.