Columnas

La cuarta mentira

Sabido es que existen tres mentiras que -a fuerza de su reiterado incumplimiento- resultan increíbles: 1. Préstame cien dólares que te los pago mañana. 2. Tomémonos la última, “la del estribo”. Y la tercera… bueno, ya sabemos que esta es impublicable.

Sin embargo, el prófugo belga se inventó una cuarta, más grande que las otras tres juntas. Y esa sí, todo el mundo se la creyó. Especialmente una generación completa de noveleros jurisconsultos, cobijados bajo el remoquete de “garantistas” defensores de los derechos humanos.

Esa mentirota -más grande que la “refinería”- es que la Constitución de Montecristi es la más avanzada del mundo en materia de “derechos”. Esto -más que una deficiente hipótesis jurídica- constituye una torpeza, pues el tratamiento que nuestra “genial” Constitución le confiere a los derechos, pasa por una prohibición total de restricción a los mismos, cuando el moderno Derecho Constitucional se basa precisamente en el estudio de las restricciones. [Barak, A. (2017). Proporcionalidad: Los derechos fundamentales y sus restricciones]. Pero los borregos están en otro mundo y repiten a diario esta estupidez constitucional de que no se puede restringir los derechos: “Ninguna norma jurídica podrá restringir el contenido de los derechos…”. (art. 11. 4, CRE). ¿Suena precioso, no? Hasta elegante. A veces las estupideces también lo son, pues solo hay que preguntarse: ¿cómo restrinjo el derecho a la libertad del tipo que acaba de pegarle el tiro a mi esposa para robarle el celular? Solo es posible aplicando la norma jurídica que restringe el derecho a la libertad del homicida, art. 144, COIP.- “Homicidio.- La persona que mate a otra será sancionada con pena privativa de libertad de diez a trece años”.

Eso es lo que no entendió el genio que escribió semejante adefesio. Hay que ser tonto para sostener que esta infame indefensión en que nos encontramos como sociedad, pueda constituir cualquier forma de “avance”. Es el mayor retroceso de la historia.

Lo que hay que restringir son semejantes mentiras. Pero “la mejor corte de la historia” las sigue utilizando.