Columnas

Los buitres volvieron de vacaciones

Establecer la verdad sobre el asesinato de María Belén Bernal, impartir justicia y otorgar reparación... Todo se propone hacer la Asamblea en 30 días’.

La Asamblea Nacional ya tiene la solución para la crisis institucional y de formación que atraviesa la Policía: demolerla. Que el presidente quiera echar abajo un edificio podrá ser la idea más cenutria que se le ha ocurrido desde que prometió una virgen giratoria para el Panecillo, pero es nada comparada con esto. ¿Quieren demoliciones? Llamen a los señores y señoras asambleístas y asambleístos, que para eso están: el martes volvieron de sus vacaciones con esta idea fija.

El orden del día diseñado para la sesión de reinicio de actividades por el presidente Virgilio Saquicela (“la orden del día” dice él, quizás porque la despacha a la carta, como papas fritas) se ajustó perfectamente a ese propósito: primero, comparecencia de la señora Elizabeth Otavalo, madre de la asesinada María Belén Bernal, muy a propósito para erigir la tesis del crimen de Estado como verdad incontrastable; segundo, informe de la Comisión de Garantías Constitucionales y Derechos Humanos sobre los hechos del paro nacional de junio, hechos que el tal informe resume así: represión, brutalidad policial, asesinato. Al final de la tarde, de la imagen de la Policía quedaba un montoncito de escombros. Ahora van tras sus autoridades, para cortarles la cabeza.

Con respecto al caso Bernal, lo que está haciendo la Asamblea (y lleva ya dos días seguidos de puesta en escena) es un simulacro en toda regla. A la sufrida madre la obligaron a llorar de comisión en comisión parlamentaria mientras ellos decidían, disputándosela a dentelladas, quién tendría el honor de quedarse con la presa. Esta operación requiere un grado de indecencia, miseria humana y sangre fría que solo el correísmo y sus aliados disidentes de otros partidos, empezando por el presidente Saquicela, son capaces de aportar. Si ni siquiera en el velorio se corrieron de montar un mitin político con la impudicia de sus exhibiciones y sus gritos de “Paola prefecta” ante el mismísimo cadáver de María Belén Bernal, ¿qué no serán capaces hacer en la Asamblea?

Llega Elizabeth Otavalo clamando por justicia al lugar equivocado (pues la Asamblea no es precisamente el órgano que la administra), ¿y qué hacen los asambleístos y asambleístas correístos y correístas? Ofrecérsela. Por la jeta. Como si estuviera en sus manos. Conforman una comisión especial. Lo hacen, como es su costumbre, pasándose por el forro la ley de la Función Legislativa, que prohíbe hacer tal cosa cuando se trate de temas cuyo tratamiento corresponda, por su naturaleza, a comisiones ya existentes (y ahí está la de Justicia; la de Derechos Humanos; la de Seguridad...). Conforman una comisión especial ilegalmente y le adjudican la tarea de encontrar la verdad sobre el asesinato de María Belén, impartir justicia y otorgar reparación... ¡En treinta días!

La verdad, no necesitan tanto. Para decir que Patricio Carrillo es un criminal de Estado; Diego Ordóñez, un machista de porquería; el general Fausto Salinas, un cómplice, y la secretaria de Derechos Humanos Paola Flores, una inoperante, no hace falta investigación alguna, eso ya lo tienen decidido. De hecho, ya empezaron ayer, durante la comparecencia de esos funcionarios en el segundo día del simulacro. Quizá 30 días es lo que necesitan estas sórdidas cabecitas iletradas para pergeñar un informe mal escrito con el que aspiran a conmover a todos, todas y todes.