Rafael Oyarte: ¿Guerra en Sudamérica?

¿Considera Maduro el destino que tuvieron Galtieri y Sadam, o solo es retórica con fines políticos internos?
Diferendos territoriales o de fronteras originaron en nuestro continente conflictos armados, si bien algunos no llegaron a los niveles de las conflagraciones europeas, fueron de una escala bastante alta, como la Guerra entre EE. UU. y México (1846-48), la Guerra de la Triple Alianza en la que Paraguay se enfrentó a Argentina, Brasil y Uruguay (1864-70), la Guerra del Pacífico, en que Chile confrontó a Bolivia y Perú (1879-83) y la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-35). Nuestra guerra de 1941 no pasó de ser una invasión aviesa, en la que Perú aprovechó la situación de un Ecuador inerme, mientras que las contiendas de 1981 y 1995 no derivaron en una confrontación abierta. Otros conflictos relativamente menores se produjeron entre Colombia y Perú en 1933, por el Trapecio de Leticia, y la Guerra de las 100 Horas entre El Salvador y Honduras en 1969. Otras guerras no se dieron: Argentina no ejecuta su invasión a Chile en 1978 por las islas del Beagle, tal como el Perú no lo hizo en 1975 por Arica y Tarapacá.
Hoy, una añeja reivindicación territorial inquieta la zona: Venezuela reclama desde el siglo XIX los territorios al occidente del río Esequibo, ocupados por el Reino Unido y que le fueron asignados por un dudoso laudo arbitral, heredados por Guyana al independizarse, siendo los dos tercios de su territorio, aunque escasamente poblado. En 1981 Venezuela estuvo a punto de acudir a las armas y, ahora, la cuestión se está volviendo a calentar. Parecería que la cuestión militar está absolutamente decantada a favor de Venezuela, pues la superioridad numérica en cuanto personal y elementos de combate es aplastante, aunque su Fuerza Armada nunca afrontó una guerra desde las luchas independentistas.
Todas las guerras comienzan con el sueño de un ‘blitzkrieg’: las fuerzas armadas vencen y someten rápidamente al contendor. Ese sueño se suele convertir en la pesadilla de una indeseable guerra de desgaste. Pregúntele a Rusia. Confiar en que nadie va a reaccionar a una invasión le costó una cara derrota a Argentina en 1982, que deshizo su potencial militar y pulverizó su reivindicación sobre Malvinas. Incluso invasiones exitosas a un vecino débil terminaron en descalabro, como el que sufrió Irak en 1991. ¿Considera Maduro el destino que tuvieron Galtieri y Sadam, o solo es retórica con fines políticos internos?