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Recuerdos de Katyn

Avatar del Paúl Palacios

Antes fue en Katyn, en Polonia; ahora son Bucha y Borodianka en Ucrania: matan a civiles indefensos, lo niegan y tratan de culpar a otros’.

En medio de la invasión rusa a Ucrania, hace pocos días el mundo quedó horrorizado con el hallazgo de cadáveres en Bucha. Esta es una pequeña localidad en las proximidades de Kiev, donde al retirarse el ejército ruso dejó evidencia de la brutalidad con la que asesinó a civiles sin distingo: mujeres, ancianos y niños. Como en Bucha, se van descubriendo otras atrocidades del ejército ruso: Borodianka, Járkov, Chernihiv y Ojtirka.

Los rusos lo niegan, pero hoy con la tecnología disponible es muy difícil engañar u ocultar los crímenes de lesa humanidad.

Algo bastante parecido ocurrió a manos de los soviéticos en el bosque de Katyn (Rusia próximo a Polonia) en 1940, cuando más de 20.000 polacos fueron asesinados.

Recordará el lector que entre los nazis y los soviéticos, por el pacto que los vinculaba, invadieron Polonia para repartírsela. En el mes de marzo del mencionado año, los jerarcas soviéticos acordaron eliminar a los altos oficiales polacos capturados, científicos, intelectuales y otras personalidades de ese país, llevarlas a un apartado bosque y procurar no dejar rastros de lo que hicieron. La policía secreta soviética (NKVD) utilizó armas (PPK) y municiones alemanas para buscar culpar a los alemanes en el evento en que se llegara a conocer el crimen.

En 1943 los hechos se conocieron, y el gobierno polaco en el exilio rompió con los soviéticos, pese a estar del mismo lado en la lucha contra Alemania. Un par de años después terminó la guerra y una de las potencias victoriosas fue la Unión Soviética, y Polonia quedó dentro de su ámbito de dominio. Al ser este país un subordinado, el crimen no tuvo mayor repercusión en la posguerra.

Hoy Rusia vuelve a hacer lo mismo en Ucrania, esta vez como consecuencia de su despecho por no poder alcanzar una victoria militar, y como antes, convertir en tierra arrasada lo que no les es posible arrebatar.

Es inconcebible que una moderna Rusia, con una población más educada y mejor informada, no sea capaz de parar esta barbarie. Antes se salvaron Stalin, Mólotov y Mikoyán de ir a la horca, veremos qué pasa ahora con Putin, Shoigú, y Dvornikov.