Columnas

Perú: de qué cuidarnos

El señor Castillo ganó, y a pesar de haber ganado con muy poca diferencia, ganó y es lo que cuenta. Con él, y por su discurso de campaña y lo hasta ahora evidente, Perú se encamina hacia un ambiente de extrema izquierda. Más allá de lamentar lo que ocurrirá, porque luego de zanjar nuestras diferencias, Perú es una república hermana, debe importarnos cómo nos va a afectar su situación y cómo debemos prepararnos.

El ciclo de un gobierno socialista busca transformar una economía hacia la dirección estatal, asumiendo el Gobierno la decisión del precio relativo de los factores de la producción, y orientando a ello la política fiscal, laboral, monetaria, crediticia, comercial interna y externa. Una medida habitual es buscar controlar los alimentos y las medicinas para un segmento de la población, y provocar su dependencia hasta la esclavitud, como pasa en Cuba y Venezuela. El resultado inmediato, temporal, es una especie de bonanza fiscal, la cual, dependiendo del precio de las materias primas, pudiera extenderse.

En poco tiempo, en una economía de activos móviles, el aparato productivo empieza a detenerse, caen las exportaciones, se reduce la inversión, el tipo de cambio libre y los precios de los bienes se disparan, se reduce el consumo de los hogares, baja el empleo formal, y se le echa la culpa a los Estados Unidos. Bueno, ya no mucho, sino a los ‘pelucones’, a Francisco Pizarro, y a otros enemigos que se puedan inventar. Del país empezarán a irse primero los capitales líquidos disponibles, luego se irán quienes tienen la habilidad de crear empresa y empleo. Siguiéndolos, se irán los administradores profesionales, los técnicos de buen nivel de conocimientos, para finalmente irse aquellos de la clase media que puedan salir.

Ecuador debe cuidarse de tres eventos: primero, de la migración, que podría ser mucho más intensa que la venezolana; segundo, de la búsqueda de acciones concertadas con grupos extremistas locales; tercero, de que nos inventen un nuevo problema territorial (marítimo) para desviar la atención. Los socialistas saben cómo justificar sus fracasos de siempre.