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Paúl E. Palacios | ¿Hay una solución en Gaza?

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Israel está dispuesto a convivir con otras naciones, pero otras naciones y grupos extremistas no aceptan el derecho a la existencia de Israel

En medio de un ajedrez donde es complejo identificar todas las piezas en el tablero, sus intereses y motivaciones, y las implicaciones para países tan lejanos como el nuestro, nos preguntamos si podemos prever un ambiente de paz en Medio Oriente, y particularmente en los territorios de Gaza y Cisjordania.

Israel durante los últimos años vino ejerciendo varias acciones estratégicas, pero dos en particular: en primer lugar, fortalecer alianzas con estados musulmanes fundamentalmente sunitas, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Egipto, Jordania y otros tan lejanos como Turkmenistán. El propósito es buscar un contrapeso frente a Irán, su archienemigo, una teocracia chiita, aislarlo y abrirle diversos frentes. Por otra parte, buscar en Cisjordania sostener una autoridad alejada de Hamás, y por otra parte en Gaza ayudar a mejorar las condiciones de vida para que la población sienta que apoyar la hostilidad hacia el Estado judío implicaría un retroceso material en su situación. Evidentemente esto último no sucedió. Hamás se apoderó del territorio, sometió a los civiles moderados, y desató el infierno el 7 de octubre pasado.

La presencia fuerte y decisiva de EE. UU. en la región envió el mensaje a todos que este sería un problema que Israel resolvería y que ningún Estado debía intervenir. De su parte, Israel ha puesto de manifiesto que el buenismo hacia Gaza no funcionó, pese al sometimiento permanente de ataques con cohetes y otra forma de hostigamiento, y que de aquí en adelante Hamás debe ser exterminado. Además, que si Hizbulá en el Líbano, o los hutíes en Yemen, persistían en el propósito, correrían igual suerte. Ambas organizaciones alimentadas por Irán.

El punto clave es que Irán, quien irónicamente votó a favor de la creación del Estado de Israel en 1948, hoy no acepta su existencia. En ese escenario, donde Israel lucha por su derecho a existir, tiene el duro camino de liquidar a sus adversarios, o desaparecer.

Quizá se logre un cese al fuego, algún intercambio de prisioneros, pero mientras no se acepte el derecho a la vida de Israel, no habrá paz duradera.