Columnas

Desnutrición infantil cero

Equidad es lograr que cada persona sea capaz de llegar a donde se proponga; sin nutrición infantil plena, no hay equidad’.

A lo largo de la campaña presidencial, el señor Guillermo Lasso expuso que dentro de sus ofrecimientos de trabajo estaría dedicar un gran esfuerzo a aplacar la desnutrición infantil. Luego, en su discurso de posesión, insistió en que ese problema sería una prioridad de su gestión. No es para menos, si algo debe avergonzar a este maravilloso país cuyas más importantes exportaciones son precisamente alimentos, es que tenemos a 1 de cada 4 niños menores de 5 años en situación de desnutrición crónica. Esta tragedia es más profunda cuando 1 de cada 2 niños de las comunidades indígenas del país padecen del problema. La situación se ha agravado como consecuencia de la pandemia, porque un retroceso en el 9 % del PIB termina golpeando a quienes dirigen la mayor parte de sus ingresos hacia alimentación. El problema se torna desesperante cuando los especialistas señalan que si no se recibe una adecuada nutrición en los primeros 1.000 días de vida, incluso desde la concepción para las madres, el proceso es muy difícil de revertir. El aprendizaje y acceso al conocimiento, el desarrollo físico y la salud se ven terriblemente afectados, lo cual es un injusto lastre que esos niños deberán cargar el resto de sus vidas, y sobre lo cual no son responsables.

No se logrará equidad social si las personas no son responsables de sus futuros. Quizá este sea un tema que lo lidere, como no puede ser de otra manera, el Estado, pero de ninguna manera es un problema del Estado; es un problema de todos. Es un problema, suyo, mío, de todos. Si hay algo que pueden hacer los líderes políticos del país, aquellos que ganaron las elecciones y aquellos que las ganarán después, algún día, es unir sus esfuerzos para lograr desnutrición infantil cero. Cualquier objetivo que no sea que todos los niños tengan la nutrición adecuada, es un objetivo que ellos no se merecen. Debemos trabajar como sociedad civil, como empresa privada, como voluntariado, como gobiernos autónomos, como ciudadanos comunes, para dejarles algo que valga la pena en sus vidas: el derecho de que su futuro dependa de sus decisiones.