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Paúl E. Palacios | ¡Oro!

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Es irónico pensar que una bonanza como la del precio del oro podría ser catastrófica

El 3 de abril el precio del oro en el mercado internacional rompió la barrera de los $ 2.300 la onza. Este es un gran salto, y en parte se origina en una situación mundial agitada, donde el oro siempre es un refugio en épocas turbulentas.

Ha ayudado al alza también, según los expertos, la gran monetización de las economías mundiales por efectos de la pandemia, y el creciente temor de muchos actores importantes sobre la solvencia de algunas monedas importantes.

¿Es esta una buena noticia para Ecuador? Deberíamos decir que sí, en principio así debería ser. El país tiene importantes reservas probadas de oro, y solo para citar unas cifras: en el año 2023 las exportaciones formales de oro (y concentrados) del país fueron de $ 2.075 millones, superando por mucho las exportaciones de atún, cacao y elaborados, duplicando las de flores y siendo cuatro veces más que las de madera.

La economía formal, el Estado a través de impuestos y tasas, y en general todas las líneas que contribuyen a tal explotación y exportación, se nutrieron de esa bonanza.

La otra cara de la moneda es que se estima que en el país se explota una onza de oro de manera informal por cada onza de oro de explotación formal. Es decir, existe un inmenso negocio informal que depreda, sin control alguno del Estado, cerros, bosques y ríos, en especial de la Amazonía. El daño ambiental que se está produciendo es inconmensurable y en ciertos casos irreversible. Además, los enormes flujos de dinero que genera la minería informal están corrompiendo a gobiernos autónomos, quienes les dan la supuesta cobertura de legalidad; al Poder Judicial, a las entidades de la fuerza pública que deben hacer cumplir la ley, y en definitiva financiando todo el entramado de delincuencia organizada en el país.

Cuanto más sube el precio del oro, más atractivo es volverse informal si no existe un Estado presente. Cuanto más sube el oro, más dinero busca lavarse, generando la quiebra de los negocios formales que no pueden competir con dinero casi gratis. Es ahí donde el Estado debe buscar más impuestos. El combate a la minería ilegal se paga solo.