El arroz

Parecería que el mercado resuelve todo. No siempre; en productos agrícolas de mercados residuales, hay consideraciones que tomar’.
Hace unos años escribí en esta columna sobre la problemática del arroz, y frente a los incidentes de la semana pasada, quisiera compartir algunos pensamientos.
Los productores se quejan básicamente de que el precio no les permite cubrir sus costos, incluyendo una ganancia razonable. Dicen también que está ingresando arroz del Perú, que se vende al consumidor a un precio mucho menor al que ellos aspiran como productores.
Al consumidor no lo defiende nadie, aunque algunas personas apuntan a que debe provocarse el libre comercio, y tal como en cualquier producto, quien no es eficiente, que se dedique a otra cosa. Sin embargo, la situación del arroz es diferente y requiere una atención mayor, así como políticas públicas y de estrategia alimentaria claras. El arroz es un producto de mercado residual. Esto significa que la oferta exportable respecto de la producción mundial es reducida; en este caso un poco más del 10 %. La mayor parte de la producción se consume en los países productores. Cuando hay pequeñas variaciones en la producción mundial, la oferta exportable se afecta muchísimo, generando que los precios internacionales suban o bajen enormemente. En un mundo globalizado, el impacto en los precios locales es muy rápido, haciendo que el precio se desplome, destrozando al productor o se eleve a las nubes, golpeando al consumidor. Siendo el arroz básico para nuestra población, un incremento del precio tiene un impacto muy fuerte. Cuando se trata de productos de mercado residual, la estrategia que funciona (por lo menos la única que ha funcionado), es que el Estado participe poniendo un precio de sustentación, comprando y almacenando los excedentes por una parte, y por otra parte vendiendo a un precio tope cuando los precios se disparan. Evidentemente, si no se cuidan las fronteras van a golear al Estado por ambas vías. ¿A quién le cuesta esto? Sin duda al contribuyente; sin embargo los costos de no hacerlo pudieran ser mayores. No olviden los muy liberales que países como EE. UU., Francia o Alemania, tienen políticas de intervención en mercados agrícolas menos eficientes.pAÚL