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Réquiem por Eliécer Cárdenas

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El 26 de septiembre, a pocas semanas de cumplir 71 años, murió en Cuenca, donde transcurrió casi su vida entera (nació en Cañar el 10 de diciembre de 1050), el periodista y escritor ecuatoriano Eliécer Cárdenas Espinoza. Licenciado en Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad Central de Quito, autor de una prolífica obra relatística, sobre todo en novela y cuento, con más de una decena de libros, empezando por Polvo y ceniza (1979), premio Nacional de Novela, que recogió la historia y leyenda del famoso bandolero lojano Naún Briones, que asoló El Oro y la frontera norte del Perú, y de quien se cuenta que robaba a los ricos y ayudaba a los humildes (en parte debe haber sido cierto pues sin el amparo de los campesinos no se explica que su feroz caza y muerte por el Ejército y la Policía demoraran un tiempo relativamente largo). Había escrito antes Juego de mártires (1076), y siguieron luego las novelas Háblanos Bolívar (1980), Siempre se mira el cielo (1986), Diario de un idólatra (1990), Que te perdone el viento ( 1993), Una silla para Dios (1998), El pinar de Segismundo (2013) y Cabalgata nocturna (2016). Libros de cuento: El ejercicio y otros cuentos, La incompleta hermosura y Acuario para desesperados. Obras de teatro: Morir en Vilcabamba, El último amor de Neruda y Un balcón en cada pueblo. Y libros de cuentos infantiles. Varias obras suyas han sido traducidas al inglés, alemán, francés, italiano y portugués. Escritor infatigable, Cárdenas, profesional totalmente entregado a su escritura, obtuvo los máximos galardones literarios nacionales: el Aurelio Espinoza Pólit (1987) y el Joaquín Gallegos Lara (2004), y fue por dos períodos presidente del Núcleo del Azuay de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión y presidente de la Bienal de Pintura del Bicentenario. Su trato fue siempre cordial y sencillo, como son los hombres verdaderamente grandes. Su deceso se produce muy poco después que la Municipalidad morlaca lo designara cronista vitalicio de Cuenca, tras haberle otorgado la condecoración al Mérito Fray Vicente Solano. Los 70 años en la época contemporánea son los de la plenitud espiritual y la sabiduría, demasiado temprano para morir, pero los designios de Dios son ineluctables. Descansa en paz, querido amigo.