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Lo increíble

"Si no lo hacen su disyuntiva será morir por COVID-19 o de hambre".

La pandemia del coronavirus, denominado científicamente COVID-19, que asuela a casi todos los países del mundo, ha echado también su cruda luz sobre la condición humana en codiciosas tentativas particulares y de empresas para beneficiarse, a través del registro comercial como patente o marca propia, de los nombres del coronavirus o la enfermedad COVID-19. 

El primero en manifestar tal pretensión ha sido un empresario madrileño autor de un libro de autoayuda que el 13 de marzo pidió inscribir en la Oficina Española del Registro de Patentes y Marcas de Madrid el nombre comercial COVID-19, solicitando su uso exclusivo para una serie de bienes que van desde vacunas a productos higiénicos y sanitarios, suplementos alimenticios, desinfectantes o fungicidas. 

Y las pretensiones sobre el mismo o similar propósito han seguido llegando, como la de registrar el nombre de coronavirus para todo tipo de bebidas alcohólicas, salvo la cerveza, y para productos químicos e industriales, cosmética, perfumería y farmacia. Y todavía otros pretenden registrar lemas como “Stop COVID-19” o “I survived COVID-19” para poner a la venta gel desinfectante o mascarillas, y una línea de ropa, respectivamente. 

Hay otras peticiones más o menos descabelladas que recoge un informe publicado en diario El País. En la misma página en que se da noticia de la escalada de las colas de hambre y pobreza en Madrid como efecto reflejo de las medidas de confinamiento a que ha obligado la pandemia, pues si el Banco de Alimentos atendía en marzo a 150.000 personas con bolsas de comida, hoy son 190.000, de ellos 70 % latinos y 30 % españoles.

Pero la pesadilla recién comienza. Porque si en verdad no sería prudente que los gobernantes de los países aflojen la medida de mantenerse en casa mientras no empiece a bajar la curva del número de víctimas para pasar a una fase “de distanciamiento” con mayor movilidad, el problema es que, en la mayor parte de Latinoamérica, más del 50 % de los trabajadores son informales que se ganan la vida día a día en las calles y tienen que sostener a sus familias. Si no lo hacen su disyuntiva será morir por COVID-19 o de hambre.