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Hambre y programas alimentarios

Avatar del Nelly de Jaramillo

De las 7 plagas del Apocalipsis que azotarán la humanidad en sus últimos días, el hambre hace ya largo rato asuela numerosas regiones del planeta. La desigualdad de situaciones será, como siempre, la constante común del esfuerzo de los pueblos por resolver sus propios problemas, y marcará el imantado norte de la brújula a que se dirijan las caravanas de migrantes en busca de un mejor destino. De ahí que el 9 de octubre de 2020 el secretario general de la ONU, António Guterres, celebrara la entrega del Premio Nobel de la Paz concedido al Programa Mundial de Alimentos (PMA), agencia con sede en Roma que ayudó el año pasado a 100 millones de personas en 88 países. En Madrid el chef español José Andrés fue galardonado en octubre con el premio Princesa de Asturias por haber ayudado con su ONG, World Central Kitchen, a una decena de países, repartido cinco millones de comidas y reunido a 45.000 voluntarios. En Ecuador el hambre se combate igual con solidaridad, debiendo destacarse la labor del Banco de Alimentos de Quito (BAQ), que rescata alimentos que en almacenes y otros lugares se considera que ya no sirven. Antes del COVID-19 atendían de 30.000 a 40.000 personas al mes, el mes pasado la cifra subió a 92.000. La ayuda la presta a través de 130 fundaciones que dan cabida y asistencia a las personas vulnerables, pero el banco atiende directamente a 4.500 familias. La entidad intenta rescatar todo, procesando desde pulpa de fruta y aliños, hasta papilla para osos de anteojos que entregan a la corporación Cóndor Andino. El Banco Arquidiocesano de Alimentos de Quito (BAAQ), creado en 2020, en sus primeros meses gestionó ayudas alimentarias y médicas a cerca de 6.000 personas en el Distrito Metropolitano de Quito y localidades de Pichincha, entregando 6.850 kits de alimentos a 18 organizaciones de beneficencia y 3.640 productos de higiene y más de 3.200 medicinas, financiados a través del “ropero” o venta de prendas usadas. A nuestro gobierno le correspondería en primer término ocuparse del problema. La exministra de Inclusión Económica y Social, Mae Montaño, habló del programa Ecuador sin hambre, que estaría a cargo del MIES, y de tratar la Desnutrición Crónica Infantil. ¿Qué fue de esos proyectos?, ¿desaparecieron con ella?