Columnas

La estrella de Belén

Mientras la estrella de Belén siga brillando con su delgada luz de esperanza en nuestras almas, manos más hábiles que las nuestras mantendrán la tradición judeocristiana del pesebre que alojó a María para el nacimiento de Jesús, en tierras de Palestina, el sufrido pueblo que hoy más que nunca siente la rudeza de la dura bota del imperio israelí, que sustituyó al romano con mayor crueldad y ningún esplendor. Será por eso que cada vez escasea más en la venerada representación la ofrenda de los Reyes Magos, porque ya no hay reyes ni poderosos jefes de tribu, horda o Estado que honren al divino niño sino solo la ofrenda de la gleba, de los pastores, junto al aire caliente de los pulmones del buey y el asno para abrigar al recién nacido rey de reyes, en un reinado de paz y amor que pretende ser de este mundo y no del otro, el del premio o castigo. Aunque la Iglesia que instituyó el boato de la fe católica haya vuelto a la esencia de su apostolado original, la iglesia de los pobres, de los mestizos, los indígenas y los negros, la Iglesia de nuestro recordado padre Pepe Gómez y monseñor Proaño, tan humanos, tan santos y tan nuestros; la Iglesia en espíritu de las voluntarias de Solca y de todos los voluntariados de hospitales y centros de salud en general, porque los desvalidos son muchos siempre y nunca alcanza la mano del Estado para atenderlos, incluso cuando no es cicatera como suele serlo en nuestros países, con razón o no. Volviendo los ojos a la luz de Belén, es ese sentimiento de espiritual identificación el que ha movido la acción de los vecinos de barrios y ciudadelas que se unen para desarrollar e impulsar acciones comunitarias que lo que quieren es establecer vínculos más duraderos de comunicación entre vecinos y aun condóminos de edificios residenciales, que las más de las veces ni siquiera se conocen entre sí, como por lo general ocurre en los edificios del centro, aunque se encuentren en zonas tan privilegiadas como el Malecón, por su amplia visión del ancho río. De allí que felicitemos la iniciativa del presidente y administradora del condominio que tenemos la suerte de habitar, de haber organizado una sencilla y muy agradable reunión para condóminos y empleados.

¡Felices Pascuas Navideñas!