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¿Enfiestarse o infectarse?

Avatar del Mónica Cassanello

"El virus sigue en las calles pero si todos nos protegemos poco a poco no tendrá a quién atacar"

Las horas que uno espera hasta conocer el resultado de una prueba PCR son un calvario. He experimentado las dos posibilidades. La del alivio de saber que dio negativo y que después del susto bastará con retomar precauciones para seguir viviendo en este nuevo mundo con coronavirus. Pero también la otra, cuando se confirma la sospecha de COVID y uno ve partir a un ser querido. O cuando al recibir un resultado positivo uno empieza a preguntarse cuántos se habrán contagiado. Estoy segura de que los que se infectaron y temen haberle pasado el virus a otros darían lo que fuera por retroceder el tiempo y haber sido más prudentes, más cuidadosos. ¿Por qué bajaron la guardia? Nadie quiere enfermarse o enfermar a otros. Ninguno de nosotros quiere que quiebren más empresas y que se pierdan más empleos. A todos nos entristece ver las calles, los restaurantes y centros comerciales desolados, el no poder ir a la playa… ¿Por qué nos descontrolamos? ¿Por qué de repente se desbordaron las celebraciones? ¿Ya no resistimos el encierro y se dio un desfogue inconsciente? ¿O nos negamos a aceptar que la existencia cambió y que las mascarillas, la distancia social y la higiene estricta son parte de la nueva forma de vivir? ¿Estamos enfrentando un estrés postraumático? Los jóvenes son los que menos están tolerando el encierro y el cambio. Es comprensible pero lo que está en riesgo debe pesar más a la hora de decidir. ¿Es factible llevar una vida lo más parecida a lo que era la existencia diaria antes del COVID? Es posible, pero exige mucha disciplina, individual y colectiva. Las medidas de bioseguridad sí funcionan. Es esperanzador leer sobre el caso de las dos peluqueras de Missouri (EE. UU.), que a pesar de haber estado infectadas y haber atendido a 139 clientes, no contagiaron a nadie. Siempre usaron sus mascarillas.

El virus sigue en las calles pero si todos nos protegemos poco a poco no tendrá a quién atacar.

Las fiestas, la reapertura de los colegios, el crecimiento de las ventas, todo lo que tanto añoramos está en nuestras manos, en las de cada uno. Requiere esfuerzo, sin trampas.