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Mónica Cassanello: Un cordón turístico para Guayaquil

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Con el paso de los años tanto los lugares como el espíritu ciudadano empezaron a decaer

Cuando se inauguró el Malecón 2000, tras la labor de rescate de la identidad ciudadana que llevó a cabo la alcaldía de León Febres-Cordero, Guayaquil renació. Cada quien cuidaba todos los espacios públicos, que estaban impecables, y prevalecía un sentimiento de orgullo que yo no recordaba haber percibido antes, pues habíamos vivido en un ciudad descuidada y gris, donde la basura se desbordaba. Luego vino la regeneración del cerro Santa Ana y la inauguración del Malecón del Salado, el Parque Lineal de la Av. Carlos Julio Arosemena, el puente Zig Zag. Se podía recorrer dos circuitos, uno al pie del río y otro a orillas del estero; ambos muy bien mantenidos y con total seguridad. Con el paso de los años tanto los lugares como el espíritu ciudadano empezaron a decaer. Pienso que tuvo mucho que ver la desaparición de aquellas campañas que despertaban el amor por la ciudad, como Guayaquil vive por ti.

Cuando a fines de 2018 se inauguró Guayarte, creímos que contaríamos con un nuevo espacio comunitario destinado al arte, a emprendimientos, conciertos y buena oferta gastronómica, pero fue administrado de tal forma que terminó siendo un simple patio de comidas.

Hoy da pena ver todos estos sitios que en su momento brillaron, con plantas muertas y monte, estructuras deterioradas y oxidadas, abandono y en muchos casos, vacíos. Incluso con desperdicios y paredes y monumentos con grafiti.

Desde hace casi dos años y medio, una nueva zona ha conjugado el esfuerzo municipal y de los emprendedores, la Calle Panamá, pero es necesario potenciarla, incorporándola a una serie de microcircuitos que se entrelacen entre sí, para que constituyan una oferta consistente de atractivos turísticos. Esta calle, junto con la Aerovía, isla Santay, cerro Santa Ana, Las Peñas, Puerto Santa Ana, Malecón 2000, Bulevar 9 de Octubre y casco central, Malecón del Salado, Parque Lineal, Guayarte, Puente ZigZag y Av. V. E. Estrada, con el mantenimiento adecuado de estructuras, áreas verdes y calles; y con seguridad garantizada y adecuación de servicios como parqueaderos y baños públicos, podrían alentar un resurgimiento del comercio, de la oferta gastronómica, cultural y nocturna, para que Guayaquil vuelva a tener la vida y la alegría que siempre la caracterizaron y que hoy languidecen.