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Modesto Gerardo Apolo | ¿Prófugos o perseguidos políticos?

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El caso Metástasis dejó al descubierto a los responsables de haber entregado a los carteles de droga, la seguridad del país

Desde que el expresidente Lenín Moreno manifestó que “la mesa no había quedado servida” se rompió el secretismo, saltó a la luz la Lista de Odebrecht, el caso Sobornos, la reconstrucción de Manabí, la refinería del Aromo, las hidroeléctricas, etc. Por último, Metástasis reveló el grado de corrupción, de infiltración y de compromiso de los narcopolíticos en el Estado ecuatoriano. De los implicados, unos sentenciados, otros aún siendo juzgados, pero el factor común es que los cabecillas están prófugos, todos autodeclarados perseguidos políticos, viviendo con el dinero producto de su corrupción.

El enjuiciamiento de políticos acusados de corrupción a menudo se encuentra en la encrucijada entre la lucha contra la impunidad y la posibilidad de instrumentalización con fines políticos.

La fuga de políticos acusados añade una capa a la discusión. ¿Son prófugos víctimas de una persecución injusta o simplemente están evitando enfrentar las consecuencias legales de sus acciones?

Algunos argumentan que la huida es un último recurso frente a sistemas judiciales que podrían estar sesgados, mientras que otros la ven como una táctica para eludir la rendición de cuentas.

La clave para discernir entre persecución política y responsabilidad legal radica en la independencia del sistema judicial. Un poder judicial imparcial, libre de interferencias políticas, es esencial para garantizar que los procesos sean justos y objetivos.

Cuando la judicatura actúa de manera independiente se fortalece la confianza en la legalidad de los procedimientos; mas, si la justicia está corrompida, al servicio de la narcopolítica, de los grupos del crimen organizado y aun así, al ser puestos en evidencia de sus fechorías huyen, dicha acción elimina la posibilidad de persecución política y los enmarca en calidad de prófugos de la justicia.

El caso Metástasis dejó al descubierto a los responsables de haber entregado a los carteles de la droga, la seguridad del país y la vida de sus ciudadanos.

Esos, hoy autodeclarados perseguidos políticos, no son más que vulgares delincuentes prófugos de la justicia.