Columnas

Sin gobierno

Lo anteriormente referido genera la percepción de que en lo económico, político y social, “Ecuador” es una nave a la deriva, sin gobierno.

En lenguaje náutico “sin gobierno” se refiere a la imposibilidad de maniobra de una nave, la cual navega al garete, sin rumbo.

Las medidas económicas anunciadas por el Gobierno no responden a una solución técnica e integral, que permita tomar el control de la economía del país, y definir el rumbo que en dicha materia se debe seguir; más bien da la impresión de temer una tormenta como la de octubre.

Los economistas coinciden en que las medidas no son las adecuadas y que ante el cisma en la economía mundial a consecuencia del coronavirus, sumado a la caída del precio del petróleo, constituye oportunidad histórica irrepetible para implementar la eliminación focalizada de los subsidios a los combustibles, y así empezar a enrumbar la recuperación económica, la cual fue torpedeada por los “actores sociales”, responsables del agravamiento del deterioro económico dados los costos de los desmanes, paralización de la actividad productiva y destrozos generados por la mal denominada “protesta social” del 3 al 12 de octubre del 2019, cuyos líderes circulan libres, dando declaraciones y asumiendo dignidades que no les corresponden.

Esa es la realidad: irrespeto a la autoridad, a la ley; temor político a la hora de resolver y una justicia infiltrada, incapaz de recuperar ni un centavo de los fondos estatales robados, pasándonos la cuenta de tal ineptitud a todos los ecuatorianos.

La economía se dinamiza multiplicando el número de actores, esto es de contribuyentes; muchas personas con capacidad de compra, gracias a tener trabajo en las diversas actividades productivas y económicas; generado gracias a la inyección de capital fresco, sea este nacional y/o extranjero, el cual busca rápido retorno y buen rendimiento, lo que no se da en un país donde al inversionista se le estrangula económica y metódicamente, dando como resultado la disminución en la recaudación fiscal. Así lo evidencia la estrepitosa caída de la recaudación tributaria en el año 2019.

Lo anteriormente referido genera la percepción de que en lo económico, político y social, “Ecuador” es una nave a la deriva, sin gobierno.