Premium

Después nos quejamos

Avatar del Modesto Apolo

Elegir a quienes no representan dichos valores es un comportamiento antiético del elector

El juicio político al presidente Lasso genera cuestionamientos a la actuación de grupos políticos y de cierta prensa, cuyo accionar ético queda en entredicho.

La ética es el conjunto de costumbres y normas que dirigen y/o valoran el comportamiento humano en una comunidad. Pilar fundamental es la credibilidad, basada en la objetividad y seriedad de quien en la función pública o privada se desempeña.

En la política, el comportamiento ético es el ejercicio de lo correcto, considerando el bien común por encima del interés personal o partidista; ese es el fundamento y la naturaleza del mandato entregado en las urnas a quienes son elegidos como representantes del pueblo, para legislar. Ignorar expresamente dicho deber es violar el mandato, desnaturalizando y deslegitimando el ejercicio del mismo.

En cuanto al periodismo en su rol de comunicador de hechos al pueblo, el ejercicio ético se fundamenta en el respeto a la verdad, investigando los hechos desde la objetividad; aunque sea difícil su práctica, porque los periodistas son hombres y mujeres con ideologías e inclinaciones políticas propias, mismas que deben ser relegadas, en honor al rigor de la verdad, base de la credibilidad, alcanzada a través de la contrastación precisa de las fuentes. Rebasar tales principios, tomar posición y juzgar los hechos y/o a sus autores se riñe con la práctica ética periodística, pasando a ser activismo político, desnaturalizando así el ejercicio de la actividad periodística.

Retornando al momento actual, vemos que la democracia es asediada por los apetitos de poder de ciertos caciques de partidos y/o movimientos políticos, y las pasiones de cierta prensa que por dar ‘la exclusiva’ sobre hechos supuestos, sin la rigurosa comprobación, sacrifica la verdad por el rating y el billete que este genera.

Por último, la ética del elector, cuyo deber es escoger a quien aporte en la consecución de una sociedad próspera, segura, con una cultura comunitaria firme y sólida. Elegir a quienes no representan dichos valores es un comportamiento antiético del elector. Y después nos quejamos.