En lo político, el segundo año de gobierno del presidente Guillermo Lasso se avizora con férrea oposición, agravada por el inicio del período de campaña electoral a dignidades seccionales, en el cual para obtener el voto se potencia el descontento popular atacando al gobernante de turno, a quien se lo hace responsable de todos los males, aun de los heredados de los gobiernos que, hoy encontrándose en la oposición, son los verdaderos causantes de la inseguridad y del desempleo.

Este 24 de Mayo la expectativa era escuchar de boca del presidente las virtudes del primer año de gobierno, más allá de la vacunación; sin embargo nada nuevo se dijo, a más de la macroeconomía saneada, de la cual nada entiende -ni percibe sus bondades- el pueblo, ya que la percepción popular es que todo sigue igual o peor.

El mensaje lleno de ofrecimientos me recordaba la época de campaña, con discursos llenos de expectativas, los cuales en el ejercicio del poder hacen tambalear la esperanza; más aún con la falta de efectividad para la resolución de los problemas urgentes y latentes en la sociedad, lo que abona el terreno para la oposición implacable e inmisericorde con el poder de turno.

Por otro lado, se habla de iniciar un proceso de revocatoria contra el presidente Lasso, y la pregunta es: ¿para qué? ¿Para que vengan esos que fueron verdugos del pueblo y hoy se presentan como redentores?

Nos enfrentamos al surgimiento de un nuevo grupo subversivo, el Movimiento Guevarista. Me pregunto si sus integrantes serán aquellos del mal llamado Pícnic en la época de Patiño, y si los AK 47 donados por China no habrán caído en manos de esos “insurgentes”, los llamados, en aquella época, a defender a la revolución ciudadana desde la insurgencia, resultando que se encuentran en campaña de reclutamiento de adeptos.

Ya que al parecer en la presente época todos están en campaña, es hora de que la sociedad retome la campaña por la defensa de la democracia, por la lucha contra la impunidad, por recobrar la paz, la seguridad, y por recuperar lo robado. Pongámonos también en campaña por desmantelar el andamiaje correísta.