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Modesto Apolo: Deshumanización de la salud

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La deshumanización comienza en el corazón mismo de la medicina moderna: la consulta médica

En la actualidad, la deshumanización de la salud se manifiesta como una sombra que se cierne sobre la relación médico-paciente, eclipsada por la vorágine de intereses comerciales. Los mercaderes de la salud, más preocupados por las ganancias que por el bienestar de los pacientes, han transformado la atención médica en un mercado donde la empatía y la atención personalizada quedan en segundo plano.

La deshumanización comienza en el corazón mismo de la medicina moderna: la consulta médica. En lugar de diálogos pausados y comprensivos, muchos pacientes se enfrentan a interacciones apresuradas, donde los médicos, con agendas apretadas, apenas logran rascar la superficie de las preocupaciones del paciente. A menudo, la cantidad de consultas relega la calidad de la atención.

La invasión de la publicidad y la mercadotecnia en el ámbito de la salud desempeña un papel crucial. La medicalización de la vida cotidiana, impulsada por intereses comerciales, crea una cultura donde la salud se convierte en un producto y la enfermedad en una oportunidad de lucro. La desinformación es hábilmente disfrazada de consejo médico, alimentando el temor y la dependencia, en lugar de la autonomía y la comprensión informada.

Los dictados comerciales de la salud se extienden a la farmacéutica, donde la prescripción de medicamentos, a menudo, se ve influida por premios, congresos y/o acuerdos financieros entre médicos y compañías farmacéuticas. Esta interconexión pone en duda la integridad de las decisiones médicas, desviando el foco, de la salud del paciente hacia los beneficios económicos de la industria.

En este panorama es imperativo que se rescaten los valores fundamentales de la medicina: la empatía, la atención personalizada y la ética. La salud no debe ser un campo de batalla para comerciantes, sino un espacio donde la dignidad humana prevalezca sobre los intereses monetarios.

La restauración de la humanización en la salud exige un cambio de paradigma, donde el paciente sea visto como un individuo, no como un consumidor, y donde la integridad médica prime sobre las ganancias económicas.