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Ser y parecer

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Dios los cría y ellos se juntan, alumno y maestro, con el mismo discurso, odio y resentimiento; a quienes persigue la estela de la corrupción, así como los delirios de grandeza.

En la antigua Roma se acuñó la frase: “La mujer del César no solo debe ser honesta, sino además parecerlo”, frase que surgió a consecuencia de la asistencia de Pompeya Sila, esposa del emperador Julio César, a ver una orgía sexual. La frase antes mencionada, para su aplicación, indistintamente del género de a quién se pretende aplicarla, quedó reducida a la de: “No solo hay que ser honesto, sino también parecerlo”.

Traigo esta reflexión dado que Carlos Vera fue amenazado, y un par de honorables periodistas, Alondra Santiago y Gelitza Robles, sufrieron el ataque cobarde, vía redes sociales, de un conocido prontuariado, patán, cleptómano impulsivo, embustero certificado y “exiliado” consumado; el que nos gobernó fugazmente, defenestrado por incapacidad  mental evidente en el tiempo, dejando tras su huida una estela de corrupción solo superada por su pupilo, el hoy sentenciado, prófugo de la justicia, radicado en Bélgica. Dios los cría y ellos se juntan, alumno y maestro, con el mismo discurso, odio y resentimiento; a quienes persigue la estela de la corrupción, así como los delirios de grandeza. El uno remedo de Hitler y el otro, remedo híbrido entre Eloy Alfaro y Hugo Chávez. Ambos enemigos confesos del periodismo libre, ese que desenmascara su farsa y devela sus trafasías.

Personajes de opereta como los descritos son el ejemplo de lo que es el populismo y el poder político al servicio de la corrupción, siendo su principal objetivo el raudo enriquecimiento y la perpetuidad en el poder, convirtiéndose así en el retrato del ejercicio público mafioso.

Mi respaldo y reconocimiento a Alondra, a Gelitza y a Carlos; son el ejemplo de periodistas valientes, sin temor a desenmascarar a los farsantes que por haber detentado en algún momento el poder, se creen los dueños de la patria y ungidos de impunidad.

Personajes y hechos como los descritos deben ser enterrados en el olvido, o ser miembros de la galería de la corrupción, para que los políticos tengan presente que el servidor público, sin importar el cargo o rango, no solo debe ser honesto sino también parecerlo.