Columnas

Transparencia y eficiencia administrativa

Ojalá se encuentre cómo restaurar la transparencia y eficiencia en el gobierno y administración del Estado’.

Tanto se ha extendido la deshonestidad que el presidente Guillermo Lasso ha comenzado dictando un Código de Ética que pretende lograr una correcta gestión gubernamental. No es la primera vez que se intenta reprimir el uso y abuso de bienes y recursos públicos. En 1983 se dictó la Ley de Regulación Económica y Control del Gasto Público, que buscaba implantar austeridad, sancionar el despilfarro, sobreprecios, coimas y, en general, el enriquecimiento ilícito.

Lamentablemente han fallado los organismos de control y la administración de justicia en el combate al irrefrenable avance de ese monstruo de múltiples tentáculos: la corrupción. Existen entidades autónomas o empresas públicas que utilizan sus rentas como propias, una frondosa burocracia que se siente dueña de la parcela de poder que tiene a su alcance, que actúa e incluso emite regulaciones de acuerdo a sus visiones o intereses, funcionarios fabricando dificultades para vender facilidades a una ciudadanía indefensa.

El presidente deberá mantener un constante seguimiento a los actos de gobierno, prevenir incorrecciones aplicando el antiguo proverbio chino de “construir el pozo antes que se tenga sed”. Escuchar a los ciudadanos puede ayudarlo a detectar cualquier desvío en su equipo de trabajo, y estar consciente de que en el poder se está rodeado de muchas personas, pero de muy pocos amigos.

Se espera que haya éxito en el saludable empeño de combatir este flagelo que causa mucho daño y que perjudica al país. Las acciones no realizadas honestamente carecen de valor. Debemos estar claros: las conductas responden básicamente al fuero interno, a la formación de cada persona. No se puede desconocer que se ha ido tejiendo una red de funcionarios entrelazados que incluso bloquean disposiciones presidenciales.

Es imperativo recuperar la mística de servicio que debe caracterizar a un buen funcionario público, lo cual no está de moda. Repugna observar gozando de sus fechorías impunemente a quienes se han enriquecido injustificadamente con dineros que pertenecen a todos los ecuatorianos. Ojalá se encuentre como restaurar la transparencia y eficiencia en el gobierno y administración del Estado.