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Luces y sombras de la pandemia

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"Personalmente resalto el solidario mensaje del campesino acompañado de sus pertrechos: “quédate en casa que nosotros nos preocupamos de tu alimentación”

El coronavirus ha confinado al mundo a una forzosa limitación de movilidad, poniendo en evidencia falencias de los sistemas de salud, que en el caso del Ecuador son altamente negativas y cuestionadoras para quienes establecen políticas sanitarias y administran hospitales públicos y centros afines. Las cifras no mienten, tanto el número de muertes que según datos del Registro Civil exceden de 40.000, como el número de pruebas, ubican al país, en proporción a su población, entre los más deficitarios a nivel mundial, con el agravante que el Gobierno ha buscado ocultar esa realidad, lo cual solo ha conseguido perturbar la posibilidad de superar eficazmente la situación. No hay peor forma de enfrentar un problema que esconderlo, tampoco se puede soslayar otra inocultable verdad: el liderazgo que ostenta el Ecuador por corrupción en compra de medicamentos e insumos.

Muy dolorosa la pérdida de vidas humanas por falencias en la atención de salud, mucho más si aquello ha expuesto al personal médico o paramédico a sufrir pérdidas letales en el cumplimiento de su deber. De esta sombría tragedia quedan lecciones. No hay que olvidar en el pleamar de un consumismo desenfrenado que un diminuto microorganismo nos ha hecho notar que los seres humanos somos como pequeñísimos átomos con grandes limitaciones para superar flagelos. Inversamente, hemos constatado con íntima satisfacción las bondades de la naturaleza liberada de la agresión destructiva del hombre; se ha podido disfrutar compartir con más tiempo con la familia y amigos. Personalmente resalto el solidario mensaje del campesino acompañado de sus pertrechos: “quédate en casa que nosotros nos preocupamos de tu alimentación”.

La ciencia desafiada por esta epidemia ha dado luces con una rápida respuesta de vacunas que contribuirán a contrarrestar el virus; lo ha hecho en tiempo histórico récord, apoyada en el actual desarrollo tecnológico. Es momento para invocar que las luces navideñas nos iluminen de salud, paz, amor, armonía, simbólica fecha cristiana que invita a reflexionar con Unamuno que es preferible creer en algo a no creer en nada.