Columnas

Independencia de funciones y justicia

Eloy Alfaro señaló sentenciosamente: “donde no hay justicia se viene al suelo ese edificio llamado nación”

La justicia es sin duda el más alto y permanente anhelo de una sociedad, la que posibilita proteger los derechos de las personas, su dignidad, su libertad; sancionar delitos y perseguir a quienes perjudican a los demás con actos reñidos con la moral y la ley; la que evita se consumen atropellos.

A la función Judicial le compete resolver controversias entre organismos del Estado, de instituciones con los ciudadanos, conflictos entre particulares. Ella posee la facultad de dar la razón a quien la tiene, impedir que se cause daños a terceros que obran de buena fe.

Aquella tarea, tan importante para una convivencia civilizada, obliga a quienes ejercen una judicatura a actuar sin sacrificar la correcta aplicación de la ley por la sola omisión de formalidades, a observar un debido proceso, a responder por el retardo, negligencia, denegación de justicia o quebranto de la ley; a tener claro que la potestad de administrar justicia emana del pueblo y quienes están investidos de una magistratura están obligados a proceder con rectitud sin temores ni favores. Lamentablemente la ciudadanía observa que se usa y abusa de recursos entorpeciendo la justicia, se dilatan procesos para dejar en la impunidad y sin sanción actos de corrupción o ilícitos, provocando un justo clamor ciudadano que ha motivado en los últimos días expresiones del presidente Guillermo Lasso pidiendo mayor transparencia y eficacia en la administración de justicia, la preocupación de la fiscal general Diana Salazar, advirtiendo el tráfico de influencias y presiones para favorecer a quienes han causado grave daño al país, a lo que se une la condenable manipulación de sorteo de juicios.

La independencia de la función Judicial es fundamental, pero no otorga a jueces la discreción de juzgar como les da la gana. Su deber es aplicar la Constitución, tratados internacionales, derechos humanos y la ley.

El Libertador Simón Bolívar sostenía que “la justicia es la más alta de las virtudes humanas, sin ella no hay libertad ni derechos”.

Eloy Alfaro señaló sentenciosamente: “donde no hay justicia se viene al suelo ese edificio llamado nación”.