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Ecos del Bicentenario

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"El ejemplo de Guayaquil encendió para siempre la llama de la libertad en la mente y espíritu de quienes fueron herederos del memorable acontecimiento. Eso explica el eco que ha tenido recordar el bicentenario"

El Bicentenario del 9 de Octubre de 1820 fue recordado con nostalgia y renovados anhelos de libertad por quienes sintiendo el valor del célebre hecho histórico se saben beneficiarios del inmenso legado dejado por los próceres independentistas. 

Las actuales provincias de Los Ríos y El Oro pertenecían a Guayaquil y fueron directamente favorecidas por la gesta. Manabí, como parte del Departamento de Guayaquil en esa época, se unió militantemente al pronunciamiento libertario; sus 3 cantones: Jipijapa, Portoviejo y Montecristi, respaldaron la proclama los días 15, 18 y 23 del mismo mes. Cuenca, capital del Departamento del Austro, se adhirió el 3 de Noviembre de aquel año. 

El ejemplo de Guayaquil encendió para siempre la llama de la libertad en la mente y espíritu de quienes fueron herederos del memorable acontecimiento. Eso explica el eco que ha tenido recordar el bicentenario. Ha reverdecido la propuesta de construir un país mejor, integrado a través de un régimen de gobierno federado, que respetando la diversidad étnica, cultural, geográfica, histórica del Ecuador, termine con un modelo de gobierno y administración del Estado atado a un centralismo que absorbe facultades de los gobiernos seccionales. Ese modelo, lejos de unir desune a los ecuatorianos; ha engendrado inequidades, abusos, regulaciones arbitrarias, regionalismos, manejos discrecionales de recursos que pertenecen a todos los ecuatorianos. 

Es momento de que se retome el diálogo y debate nacional sobre un tema de múltiples implicaciones en el desarrollo del país. Entre los años 1999 y 2000, cinco provincias realizaron consultas populares y abrumadoramente se pronunciaron por un modelo descentralizado y desconcentrado del poder político, sin alterar la estructura democrática organizacional del Estado y la división de poderes. 

El diálogo debe considerar hechos históricos relevantes, como la división territorial del Congreso de Angostura de 1824, las divisiones territoriales de 1830 al nacer la República, las de 1835 y 1897 en los gobiernos de Rocafuerte y Alfaro, así como la actual realidad de las provincias amazónicas.