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Defender la democracia

Avatar del Medardo Mora

El Gobierno está obligado a ser consecuente con ese mandato; para ello es primordial generar credibilidad y confianza, escuchando a todos y no solo a un círculo de amigos cercanos

El país todavía lamenta las masacres habidas en sus cárceles, que con el mayor ensañamiento y sin un mínimo de respeto a la vida, cometieron los autores de tan brutales asesinatos, en los que murieron muchos inocentes, ajenos a los conflictos entre bandas de criminales, que desde dentro y fuera de los recintos penitenciarios quieren sembrar terror y miedo en los ecuatorianos que tienen derecho a vivir en paz y con seguridad.

Esta preocupante situación tiene que ser enfrentada resueltamente por los responsables de hacerlo, sin relegar el problema de fondo que el país en general y el actual gobierno en especial, está en el deber de asumir, la defensa de la democracia, como lo señaló con la frontalidad que lo caracteriza el Dr. Andrés Páez, si es que valoramos la libertad como atributo inherente a una persona, sin la cual la vida es un suplicio y cuya conquista ha costado históricamente incontables vidas humanas, de quienes prefirieron inmolarse ante abusivos dictadores de toda calaña, que ambiciosos de poder pisotearon derechos humanos.

Una democracia no se limita a una sociedad donde prevalece la ley, debe existir justicia. Por eso alienta a los ecuatorianos la posición digna y firme de la fiscal general Diana Salazar, cuestionando a jueces fallando a favor de sindicados de actos de corrupción por atraco a fondos públicos, que equivale a robar a todos los ecuatorianos. Felizmente esa denuncia la hizo ante otro adalid de la defensa de lo honesto, el legislador Fernando Villavicencio, quien ha demostrado que no está dispuesto a dejar que impere la principal aliada de la corrupción, que es la impunidad. No asumir el compromiso de enfrentar la corrupción, principal causante de la pobreza, desigualdades, la migración, es ser copartícipe de la inmoralidad.

La defensa de la democracia fue el pronunciamiento ciudadano que eligió al presidente Guillermo Lasso, para evitar que el país caiga en autoritarismos. El Gobierno está obligado a ser consecuente con ese mandato; para ello es primordial generar credibilidad y confianza, escuchando a todos y no solo a un círculo de amigos cercanos.