Medardo Mora Solórzano | Derroche de fondos públicos
Es momento de dar un giro de 180 grados en materia de gasto público. Debe racionalizarse su uso, ese es el punto de partida
El principal problema estructural que tiene el país es el alegre derroche de fondos públicos, tanto a nivel de entidades nacionales como seccionales. Al manejar un dinero no es producto del esfuerzo de los funcionarios que lo administran, se lo gasta como dinero sin dueño, cuando son recursos que pertenecen a todos los ecuatorianos.
Se debe ser austero en la utilización de esos recursos que provienen del pago de impuestos o tasas, cuyos contribuyentes sí tienen que hacer esfuerzos para pagarlos. Tampoco existe un adecuado control de su uso por parte de la Contraloría General del Estado, preocupada más por observar algún error en algún detalle legal o reglamentario. Pero no se analiza si un gasto se justifica y si ha sido hecho con costos normales, sin sobreprecios; o si el nombramiento o contratación de un nuevo empleado está o no justificado. Lo peor es que se han establecido glosas para después negociarlas.
No tiene ninguna justificación que se suba el IVA y se eliminen subsidios a combustibles para luego utilizar parte de esos recursos en repartir bonos con aroma a campañas electorales, ni que se siga derrochando recursos en viajes oficiales, recepciones o festivales ‘populares’ injustificados, mientras que la inversión pública que sí contribuiría a generar empleo y favorecería el desarrollo del país sigue postergada.
Es momento de dar un giro de 180 grados en materia de gasto público. Debe racionalizarse su uso, ese es el punto de partida para corregir el recurrente déficit presupuestario estatal. No se puede seguir imponiendo más tributos o adquiriendo más endeudamiento para aparecer como dadivosos con ‘el pueblo’; eso es muy fácil hacerlo, pero afecta a toda la población. Lo ético y responsable es administrar los recursos de que se dispone eficientemente y priorizar una buena prestación de servicios públicos.
Si no existe un correcto manejo en el gasto público, tanto en las instituciones nacionales o seccionales y en las empresas públicas, el déficit fiscal será inextinguible. Estoy de acuerdo con el presidente de El Salvador Nayib Bukele: “si no hay corrupción, el dinero alcanza para todo”.