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La honestidad

Avatar del Medardo Mora

La deshonestidad está ligada al engaño y la mentira, por eso la reprocha la sociedad; en cambio la sinceridad es consustancial a una vida honorable’.

La honestidad debe ser inseparable en la vida de una persona. Históricamente caracterizó las más elevadas y beneficiosas acciones de auténticos líderes sociales. Esa virtud no siempre acompañó a ciertos dirigentes políticos, funcionarios públicos o personas particulares, motivando rechazos como los del jurista, filósofo y orador romano Cicerón, que advirtió: “quien desde una función pública aprovecha para enriquecerse, comete no solo un acto inmoral sino un crimen abominable”.

Ser honesto es obrar con decencia, dignidad, rectitud; proceder deshonestamente es perjudicar a los demás, al apropiarse de lo ajeno. La deshonestidad está ligada al engaño y la mentira, por eso la reprocha la sociedad; en cambio la sinceridad es consustancial a una vida honorable, que se refleja en nuestros actos. Sin escarbar demasiado, quien aparece repentinamente sin una herencia o trabajo que lo justifique, con mucho dinero, propiedades, mansiones, carros de lujo, viajes, abultadas cuentas bancarias, es señal inequívoca de que ha obrado delincuencialmente, cometiendo el delito de enriquecimiento ilícito, que poco a nada se hace por perseguirlo, no obstante ser un grave e imprescriptible delito según la Constitución.

La desafortunada intervención de una asambleísta en un mitin ha desatado una justa reacción ciudadana al haber hecho la apología de que al robar recursos públicos hay que hacerlo “bien”, escondiendo o disimulando lo robado. Al margen de aquella expresión que estigmatiza a la equivocada oradora, debe recordarse el axioma romano que cae como anillo al dedo a la realidad del país: “un pueblo corrupto es indigno de vivir en libertad pero tampoco lo salva el despotismo”; eso debe preocupar a todos los ecuatorianos.

Es oportuno repasar la lección del matemático persa Al Juarismi: “si eres ético vales 1, si además eres inteligente agrégale un 0 y tienes 10, si eres exitoso en tu trabajo agrega otro 0 y vales 100, si tienes familia y amigos pon otro 0 y llegas a 1.000, pero si le quitas el 1 de la ética no vales nada”.

Felicitaciones a Richard Carapaz por su triunfo olímpico fruto de su esfuerzo honesto.