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Medardo Mora | Acuerdos o componendas legislativas

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Cuando esos acuerdos se dan entre grupos que no tienen afinidad en sus ideales o propósitos políticos provocan el lógico rechazo ciudadano

Es normal en los parlamentos que las bancadas legislativas hagan acuerdos para organizarse y poder cumplir con las funciones que legalmente le corresponden. Esos acuerdos se dan generalmente entre grupos políticos con ideas y tesis afines, sin que aquello implique que ninguno de ellos renuncie a su individualidad ni a sus propuestas programáticas o doctrinarias.

Cuando esos acuerdos se dan entre grupos que no tienen afinidad en sus ideales o propósitos políticos, y se los hace motivados por repartirse canonjías provocan el lógico rechazo ciudadano, que no alcanza a entender que quienes han predicado e incluso confrontado por planes y objetivos opuestos, se unan para conseguir apetencias burocráticas o presionar para lograr fines escondidos.

Procurar coincidencias en una democracia es esencial, pero condicionarlas a componendas de toma y daca es reprochable. Lo lógico en un parlamento es que se coincida en proyectos de ley de interés nacional o en un determinado proceso de fiscalización de actos gubernamentales; esas son atribuciones u obligaciones específicas de la Legislatura, más aún en materia política, donde es axiomático que “ los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. Eso explica las coincidencias que se dan espontáneamente entre grupos parlamentarios de oposición a un gobierno.

El acuerdo hecho en la Asamblea Nacional favorece transitoriamente la gobernabilidad del flamante presidente Daniel Noboa, que ha incrementado cuantitativamente su bloque legislativo con movimientos políticos que se le han sumado por motivos que no se conocen, sin que estos apoyos legislativos lo exoneren de transparentar ante el país una hoja de ruta clara, que demuestre con acciones concretas que sus políticas públicas apuntan a solucionar o al menos mitigar los urgentes problemas del país, ensangrentado por la creciente inseguridad, quebrado fiscalmente por la corrupción y destrozado por ambiciones politiqueras y una excesiva polarización política en los últimos 16 años. No debe olvidar a quienes y por qué fue elegido por la mayoría ciudadana para ocupar el más cimero cargo público del Ecuador.